CARTA ABIERTA Nº 2 A DANIEL ALDAYA.


Estimado Daniel, en esta segunda carta que te dirijo, quería hablarte de tu poemario “SMS”, con el que ganaste el “Premio de géneros literarios-Encuentro de jóvenes artistas” en 2005, auspiciado por el Gobierno de Navarra y publicado por Calambur en 2007.


Lo primero que me viene a la boca o a los ojos cuando repaso los poemas que ya he leído varias veces, es la palabra “originalidad” acompañada por otra: “actualidad”.


No creo que esa calificación necesite explicación alguna.


En ese sentido tengo que decirte que, haciéndome una cierta gracia y provocándome alguna sonrisa, observo ese nuevo camino de comunicación -en ocasiones, todavía, soy destinatario de algún mensaje medio encriptado con esa nueva forma de comunicación-, pero tengo que decirte, con mi verdad más sincera, que no me gusta.


Creo que corremos el peligro de dejarnos deslizar por una pendiente de simplicidad y de transformación, no a mejor, de nuestra comunicación. Además, a mis años, ya me puedo permitir estar en desacuerdo. Hasta puedo decir: ¡que pare el mundo que yo me bajo!.


Por eso, Daniel, voy a hablarte de tus poemas escritos con todas las letras y todas las palabras.


Hablando ya de ellos, tengo que decirte que me ha parecido que te has soltado mucho en relación tu “Inventario de …”. Da la sensación de que el amor impregna tu vida y eso te ha ensanchado no solamente los pulmones. Sobre todo, ha expandido tu mirada sobre lo que te rodea con una mirada madura, profunda y alegre.


Ya siento copiarme de otras cartas, pero vuelvo a quedarme colgado del primer poema, “El autor envía un mensaje corto”. Me parece un elegante ejercicio de sencillez, nada sobra mientras el mensaje llega intacto a la destinataria. Me deja pleno por la completitud y herido por la envidia.


Atención con el instante, con el ahora, Daniel. Leo tu poema “Telepoema” y pienso en lo que pasaría si ella abre la puerta al mensaje: lo que verían tus ojos y los suyos sería otra escena, ese ahora habría desaparecido.


No he sonreído, me he reído abiertamente con tu poema “Campanas de boda”. Y fíjate, Daniel, aunque se rompa el compromiso y por la herida se pierda algo más que sangre, será bueno mientras lo haya sido.


Lo primero que me ha venido a la mente, al leer tu poema “Lo que es pasado” es una expresión de mi tierra ribera que creo le va como anillo al dedo: ¡que se joda!.


He reflexionado un poco sobre tu poema “Decisión inútil” y no estoy seguro de haber entendido tu mensaje, pero me ha sugerido un choque de trenes entre lo necesario, escribir poesía, y lo más necesario, el amor. En esas vías, siempre estamos perdidos.


En “Pacto entre autor y lectora”, pones de manifiesto una rabieta que, aunque entiendo que destila el humo de una pelea con tu propio enfado, saca a relucir lo de las arrugas en un lance peligroso. Ten cuidado, Daniel, hay cosas que las mujeres difícilmente perdonan.


La tecnología al servicio de la historia y del amor en tu poema “Concurso literario”.


Estoy de acuerdo contigo en tu poema “La cuenta de la vieja”. A mí, al menos, no me trae cuenta abrir mi cama a otros cuerpos ni mis afectos a un círculo mayor que el que puedo cultivar, pero, por un momento, me ha entrado la duda.


Te ruego, Daniel, si no lo he interpretado mal, que no te quedes triste porque cerremos tu libro un momento, unos días o unos meses, solamente es para dos cosas: para volver a abrirlo y afianzar el lazo con tus poemas y, por otra parte, para pedirte más, más poemas, más miradas, más imágenes.


Yo también me habría emocionado si hubiera tenido la oportunidad de ser testigo de una escena como la que relatas en tu poema “El autor ofrece su libro con las manos sucias”. Un cierto nivel de alcohol y un amor que te ha dejado son los ingredientes necesarios para muchos poemas.


No veo motivos para provocarte el llanto con mi carta, salvo que sea de pena por mí, pero casi he dejado de escribirte al leer tu poema “Intercambio de experiencias”.


Ah!. Yo también necesito la dosis diaria… de poesía.


Tu poema “Autoretrato”, aunque celebro su contenido y siempre, siempre, celebro la duda, me ha provocado hacerte una pregunta cuya respuesta, desgraciadamente, no tendré la oportunidad de escuchar: ¿Hay poema sin poeta o hay poeta sin poema?.


Qué suerte tenemos con esa cesión que nos haces de tus poemas, aunque es cierto que nos los cediste desde el momento en que mandaste el libro a la imprenta. Además, no importa, como casi nada.


¿Estás seguro, Daniel, que interpelas al que no existe? en tu último poema. Qué difícil es no interpelarle aunque digamos que no creemos en Él. Si fuera así, ¿tendríamos algún sustituto válido a quien interpelar?.


Bueno, Daniel, no ha sido una carta muy extensa, pero me has proporcionado un buen rato de placer leyendo tus poemas y he vuelto a disfrutar escribiéndote.


Hasta pronto,



Pamplona, abril de 2021

Isidoro Parra.


Comentarios

Entradas populares