PRIMAVERA XXX. Troncos andantes.

“Caminar es a menudo un rodeo para encontrarse con uno mismo.”

David Le Breton (Elogio del caminar).



Hoy, a primera hora de la mañana, paseaba por las orillas del Arga, el río que con sus meandros rodea y acaricia mi ciudad.


El río y sus riberas siempre me ofrecen imágenes que me ayudan a caminar y a encontrar la paz. Es uno de mis paseos preferidos, como creo que lo es para muchos de los que vivimos en esta ciudad de provincias.


Hoy me he parado a contemplar estos plataneros ya ancianos, cargados de años que se asientan, como guerreros, en una orilla del río.


El capricho de su crecimiento o el barrido de las aguas en las crecidas del rio, ha dejado a la vista estos pies sobre los que parecen caminar.


No es habitual encontrarse este tipo de pies en los árboles. Normalmente, su tronco sube como uno desde la tierra para hacerse muchos en sus ramas. Aquí, surgen varios de la tierra para hacerse uno y volver a hacerse muchos.


Su diferencia me atrae, me provoca contemplarles, dejarles que me interpelen y se establezca un diálogo que nos ayude a entendernos, a grabarlos en mi memoria como un ejemplo más de la belleza que surge de la diferencia.


Y me hacen pensar en el paso del tiempo, en la nobleza que les aportan los años, en la serenidad que puede ofrecer su huella, en los caprichos de la naturaleza que, una vez más, se las arregla para brindarnos diferentes imágenes en las que recrearnos.


Si el interés o el capricho de un jardinero no decide talarlos y sustituirlos por nuevos árboles, aquí estarán para asombrar a otros como me han asombrado a mí y como, seguramente, habrán provocado miradas en otros que han pasado antes.


Me gustaría verlos cruzar montañas como si fueran gigantes que tomaran vida, buscando otros horizontes a los que ofrecer su belleza y también verlos volver, algo cansados de ese viaje, como hacemos los humanos. Al fin y al cabo, son seres vivos, como yo, pero también tengo recelos de que emprendan el viaje y yo no esté para verlos volver.


Así soy, lleno de ilusiones y de miedos.


Pamplona, junio de 2018

Isidoro Parra.



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