VERANO IV. Unos del uno.

“El misterio que nos rodea y que somos solo nos encuentra disponibles en raros momentos.”

José Mateos (Un año en la otra vida)

En primavera te identifiqué como uno, admiré tu grandeza y tu fortaleza, tu supuesta antigüedad; hoy contemplo tus divisiones en cientos, en miles de unos, partes de lo que serás para volver a ser uno.

Ahora, en pleno verano, los campos están recién segados y el suelo, cubierto del rastro de las pajas que han dejado las máquinas, conserva su último aliento de frescor, su color de oro rasgado, herido por la cuchilla. Son los rastrojos que el tractor revolverá con la tierra para prepararla para la siembra del próximo año, aunque algunos de ellos serán devorados por el fuego.

Y sobre el rastrojo, en este amanecer amarillo y azul, silencioso, ese rastro de pacas de paja que pronto serán retiradas para formar una torre, una montaña, un castillo o un barco pirata, cualquier figura que podamos imaginar, un nuevo uno.

Hoy os veo como una puesta en escena, como elementos todavía solitarios de esa belleza que prepara el camino de otra que vendrá, pensantes en vuestra quietud, en vuestro descanso, mudos de la sorpresa de sentir tantas partes en vuestro interior después de tantos meses de movimientos libres.

Pienso en vuestras conversaciones en ese encierro, al pasar el día y la noche, ahí tendidas. ¿Os preguntáis por vuestro destino, por vuestra culpa?. Creo que destino, culpa, remordimiento, vergüenza, … son palabras no incluidas en vuestro vocabulario. Sois más sencillas.

Hoy os contemplo como un ciclo repetido de la rueda del tiempo que camina de estación a estación sin hacerse mayor, renovándose cada año como un desafío algo insolente, provocando que me haga preguntas sobre mis limitaciones y miserias.

Hoy también quiero veros como actores de un rito pagano que da belleza a un paisaje que también cambia para regalarme imágenes nuevas, para que siga esperando su sorpresa diaria.

Solo eso.

Amillano, julio de 2018

Isidoro Parra