CARTA ABIERTA Nº 5 A JOSÉ MATEOS.

Buenas tardes, José.


Tal como te había anunciado en alguna de mis cartas anteriores, he comenzado a volver a leer tus primeros libros de poemas.


Hoy, quería decirte algo sobre tu primer libro: “Una extraña ciudad”, publicado en 1990 y que creo llenaste de poemas que habías escrito entre 1983 y 1989.


He observado que en este y en alguno de los libros posteriores, antes de anunciar el título del propio libro, has incluido un poema. En este caso, “La palabra”. Creo haber visto que te interpelabas a ti mismo y cuestionabas tu afán por escribir poesía, su sentido, la alternativa de callar, la decisión de no intentar suplantar nada. Entiendo esa duda permanente como parte siempre presente del proceso creativo, pero los que no somos tú y te leemos, te agradecemos estos poemas y que no abandonaras ese oficio canalla de hacer poesía.


Me ha dado la sensación que en esa época estabas mirando hacia atrás, a tus años ya vividos, a tu experiencia como poeta, a ese oficio tan inseguro e imprevisible.


Me ha dado la sensación de que hacías un repaso de tus búsquedas nocturnas, de esas experiencias que luego se echan en falta -Julia Reis-, los bares sucios, los coches abandonados.


Me ha dado la sensación de que pensabas ya en algunas renuncias, el azul de una tarde, el mar, demasiado pronto para renunciar a lo gratuito, pero entiendo que en esos años no fueras consciente de ello.


Me ha dado la sensación, también, que recordabas con nostalgia, algunas soledades de juventud, descorazonadoras.


Te resistes a aceptar lo más evidente, la gratuidad de esos paseos por la playa, la música de Bach, placeres que seguramente años después has valorado en su justa medida.


Has descrito con fidelidad de fotógrafo las escenas de películas de serie negra, esos ambientes cargados, esa evolución hasta el crimen.


Presidiarios, náufragos, gánsteres, viajeros en el deseo, los otros que son tú mismo, recorrido que has trabajado, algunos de ellos supongo que en tu mente, retratos que nos regalas, con ese final espléndido de “Un mundo”: “Los caminos de vuelta van directamente a ningún sitio”.


¿Cuántas noches de juventud hemos sentido la vida bullendo en esas confidencias compartidas, nocturnas, bebiendo, creyendo que nos esperaba la gran aventura?. En el fondo, es una de las vivencias que no nos ha dañado.


No es extraño que en esa época reconocieras ya el valor de cada instante, pero sí lo es que supieras expresarlo tan bien: “Quiero quedarme dentro de la luz de este instante”.


Esta carta no va de extenderse. Solamente quiero que sepas que en este primer libro tuyo, he leído ya algunos de los elementos que marcan algunos libros posteriores, que aquí ya vive el poeta, que los primeros pasos siempre son titubeantes, pero son la base de la andadura del futuro.


Gracias, José.


Amillano, agosto de 2021.

Isidoro Parra.





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