CARTA ABIERTA Nº 5 A JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO.


Buenas tardes, José.


Aquí estoy de nuevo. Hoy, para hablarte de esa joya preciosa que es tu poemario “Pájaros”.


Hay mucha observación, primero; mucho amor por lo que ves, segundo o tal vez primero; y mucha maestría poética para reflejar en tan pocas palabras escenas tan claras y mensajes tan concretos.


No debería decir más y dejar que los pocos que leerán esta carta en mi blog, compren el librito y lo lean, pero no me resisto a hacer algunos comentarios que espero no desvelen -por otra parte, mis habilidades no son suficientes para conseguirlo- la grandeza y la belleza de muchos de los poemas.


Para empezar, los pájaros en general, su habilidad y su generosidad entregando su alegría gratuitamente… y tu sabiduría para quedarte con un poco de esa alegría.


Tu rotunda advertencia a los humanos en “Maitines” para recordarnos que nada osemos pedir a la misericordia de Dios, que corrijamos primero nuestro instinto depredador.


Qué buena elección la del asceta que preserva sus mejores galas para ese diario encuentro con los pájaros, al alba.


Me gusta ese canto y agradecimiento al tamaño del gorrión, así como el reconocimiento del peso de su cadáver, insostenible.


Qué alegre el viaje de las golondrinas a los paisajes abiertos de África. Me gustaría contradecirte y pensar que no les has esperado como un desolado amor de invierno, como una conversación inacabada.


No sé si te costó mucho verlo, pero lo miraste y lo viste. Luego escribiste en pocas palabras cómo se sostiene la belleza del mundo. Ah, de las garzas!


Buenos retratos, José, el de los patos y el de los pingüinos.


Por favor, háblale a tu vecino el Cuco y ponle mi nombre al final de tu deseo con la misma petición que el tuyo. Y dile que yo también encenderé la pequeña candela de mi alma.


A esos pájaros que bordaron la nieve, alrededor de la cabeza del mendigo muerto, quisiera hacerles un homenaje. Deberíamos levantar un monumento en el recuerdo de su bien hacer.


Tu relato final, para acabar, es un prodigio de delicadeza, un soporte para la soledad, una luz para los que no saben ver.


Gracias por todo ello, José.


Amillano, agosto de 2021.

Isidoro Parra.


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