OTOÑO XIII. Entrega en la despedida.



“Camino más belleza viajando menos rápido.”

Jesus Montiel (Memoria del pájaro: A pie)


Esto del otoño es un festival para el placer de los sentidos.


Las hojas son las protagonistas del otoño. También lo fueron cuando salieron de las yemas que las contenían para ver las primeras luces de la primavera, tiritando y pidiendo permiso; lo han sido cuando han crecido y han creado la sombra bajo ellas, pero en el otoño son las reinas de la naturaleza.


Ellas dan el color, anuncian el cambio y nos pintan la mirada con un arco iris más fuerte que la luz.


Hoy quiero hablar de las que ya se han rendido, las que han caído de los árboles y han tapizado el asfalto o la hierba.


Las veo blancas, amarillas, rojas, marrones, pegadas al suelo por la lluvia, superpuestas unas sobre otras, dibujando un cuadro imposible de replicar por la mano del hombre, armando un puzzle imposible de componer.


Las miro y las piso, pero suavemente; ya se han despedido, pero ahí están regalándonos el último paisaje, con la humildad del que hace noche en la calle.


Dentro de unos días, llegarán las máquinas aspiradoras y desaparecerán de nuestra vista, pero no puedo evitar desear que su estancia en el suelo se prolongue. 


Sé que volverán el próximo año pero, de momento, estás son algo mías, las vivo y me hacen sonreír, ensanchan mis pulmones y no resisto la tentación de recoger algunas para prolongar su visión en mi casa.


Pienso en las diferencias de la despedida de las hojas y la nuestra, sin color ésta, sin sacar una sonrisa que no sea de pena. No puedo evitar pensar que, en nuestra despedida, daremos a los que nos rodeen mucho menos que estas hojas tan pisadas, tan mojadas, tan expuestas y tan bellas.


Tengo envidia de las hojas en otoño.


Pamplona, noviembre de 2018.

Isidoro Parra.

 



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