CARTA ABIERTA Nº 3 A KARMELO C. IRIBARREN


Buenos días, Karmelo.


Espero que las calles y los bares de Donosti te hayan tratado bien y que tu encuentro con el mar haya sido inspirador.


Lo que me ha pasado esta mañana temprano, cuando he vuelto a releer tu poemario “La condición urbana” me ha sabido a trampa. Intento explicarme.


Después de haber leído recientemente tus libros “Mientras me alejo” y “El escenario”, ir a tus poemas más antiguos, ha sido como atrapar el inicio del ovillo que me permite entrar, no salir, en la guarida del minotauro. 


En los poemas de estas páginas me he encontrado con tus esenciales. Ahí estaban, apuntando con fuerza, todos los elementos que han sido constitutivos de tu poesía.


Me refiero a las calles, a los bares de Donosti, al mar, a la mujer siempre deseada, a la poesía como oficio y como necesidad, a la ironía, al humor, a los viejos tomando su café o su vino, viendo pasar la vida, al corte canalla de algunos versos.


Por eso, tal vez, me he predispuesto para este encuentro como si fuera una día más en los que coincidimos -no lo hacemos a diario- a tomar unos vinos en la parte vieja. Me permito decir todo esto, como si fuera amigo tuyo o como si fuera un entendido en poesía porque, como tú mismo dices en “Método”, para no decir nada/cualquier método es bueno.


Después de leer tu poema “Malos tiempos”, me voy a pensar si sonrío o no, no sea que sea víctima de la agresión de los tristes.


Poca esperanza, aunque creo que había recurrencia, en las ginebras de garrafa. Tengo que confesarte que, en ocasiones, son el recurso necesario.


Siempre esperando, Karmelo, a que pase lo que nunca pasa. Me pregunto si en ese esperar no nos estamos perdiendo algo importante, algo de lo que ya está pasando.


He leído más de dos veces el poema “La vieja”. Supongo que tiene que dejar la conciencia o el ánima tranquilas hacer un homenaje tan bello a los desterrados del plato diario caliente al mediodía, a los proscritos del bienestar sin paliativos.


Creo que voy a estar más alerta con lo gratuito. Ya lo pensaba con mi uso -moderado- de internet, pero lo pensaré también de los saludos y las sonrisas, sobre todo de las sonrisas pícaras, insinuantes.


Estos poemas han sido como volver a encontrarte en otro momento de tu vida, más joven pero ya con arrugas, con heridas que hay que cerrar, tan temprano. Ahora entiendo que, pasados los años, tengas tanta vida vivida para escribir como lo haces ahora.


De todos modos, y una vez más, gracias, Karmelo.


Hasta pronto.


Pamplona, octubre de 2021.

Isidoro Parra.




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