CARTA ABIERTA Nº 5 A ANA BLANDIANA.


Buenos días, Ana.


Ayer, paseando por los jardines de la ciudad en la que vivo, Pamplona, en una mañana otoñal con temperaturas veraniegas, amparado por los colores de las hojas que ya pueblan el suelo y también por las que todavía resisten en las ramas, leí tu primer poemario, “Primera persona del plural”.


Es una pena haberlo leído después de haber conocido otros tuyos más recientes. No lo digo porque no me parezca bueno, pero creo que a un o una poeta, hay que leerlos en orden cronológico de su vida, que, al fin, no es otro que el orden cronológico de sus libros.


Tal vez no sea justo decir esto. No quiero que pienses que no me ha gustado o que no me ha parecido bueno, pero sí he notado que eran poemas de juventud porque hay muchos anhelos y mucha fuerza, mucha necesidad de comunicar y de llegar.


Por resumirlo, creo que has salido al encuentro de la poesía, y has llegado tan lejos, que ya no podrás volver atrás. Has llegado para quedarte.


En el primer poema, “Infancia”, has recorrido varias actitudes y sentimientos: Lo inicias con una búsqueda para llegar a un conocimiento y una aceptación de la realidad, sin poder evitar la similitud con la naturaleza y, por último, nos enseñas a tomar precauciones para preservar los deseos.


Por el contrario, en tu segundo poema, “Vencedores”, dibujas un escenario de buenas intenciones, de ímpetus de juventud, para aterrizar en medio del páramo del desencanto y la desolación.


Me gusta, Ana, la originalidad de tu visión de las espigas, la forma en que las miras. Cuesta imaginarlo, pero lo lees y lo lees y llegas a la conclusión de que es más que posible.


No es un poemario extenso, pero creo que nos avisa de la fuerza con la que vas a dedicarte a este oficio.


Muchas gracias, Ana.


Pamplona, octubre de 2021.

Isidoro Parra.

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