CARTA ABIERTA Nº 12 A KARMELO C. IRIBARREN.


Buenos días, Karmelo.


Hasta que publiques o llegue a mis manos tu siguiente poemario, esta será mi última carta.


Ayer, acabé de releer tu libro “Un lugar difícil”. Antes de detenerme en cada poema, he pasado mi dedo por el filo de las hojas, como si estuviera abriendo un abanico. La cosa prometía porque he podido entrever algunas señales a lápiz que vienen de alguna lectura anterior.


Además, me he encontrado con una hoja seca, creo que de álamo, amarilla e intensa por una de sus caras, otoñal por tanto, y más pálida en su reverso, con los nervios blanquecinos sobresaliendo y llamando la atención de mis dedos que se han apresurado a acariciarlos. He intentado recordar por dónde paseaba el día que la recogí, de qué árbol la arranqué, sin piedad, pero mi memoria no da para tanto. Me he consolado volviéndola a guardar entre dos páginas para que guíe mis pasos.


En este libro, no tan lejano en el tiempo, me he encontrado con mucho más amor que en otros, con más esperanza y con más vida, en resumen, con más posibilidades para plantearse las calles de cada día. Me alegro, Karmelo.


A pesar de esto que te digo, en el primer poema del libro me he encontrado de nuevo con el desánimo, con la esperanza reducida/a llegar al día siguiente,/el paraguas siempre a mano, Eres un poco insaciable con tu tristeza. Me pregunto cómo expresaríamos esa sensación los que no somos poetas. Tendríamos que quedarnos mudos.


“No es el mío este tiempo”. Podríamos continuar diciendo “y aunque tan mío sea ese latir de pájaros…”. Es la tercera vez, creo, que encuentro un guiño tuyo al gran Jaime Gil de Biedma, poeta descarnado como tú, aunque de otra variedad, creo. En este caso, hemos topado con uno de los pocos poemas que yo podría recitar de memoria, uno de mis preferidos.


Viejos compañeros la esperanza y tu. Muchas lluvias y muchas calles mojadas compartidas al filo de la noche o del alba, muchos cafés paladeados como si fueran hiel compartida, muchos y el mismo mar acompañándoos.


Me ha gustado mucho leer que te sientes agradecido de vivir. Así me ha sorprendido y alegrado tu poema “Vivir”.


De nuevo la felicidad que asoma a tu vida una mañana de abril, pasando tan rápido que apenas te das cuenta, pero tengo la sensación que el rastro que deja en la memoria es indeleble, como ese poema en el que nos lo cuentas.


Caminando hacia lo contrario, me he preocupado al leer tu poema “En función del día que tenga”. Menos mal que nunca publiqué un libro de versos. De todos modos, he pensado en lo que he hablado y hablaré con mis amigos de mis planes. Deberé tener cuidado.


Reconocimiento y aceptación en ese final magnífico, al menos para mí, de tu poema “Desde la cuna”:


“Que la felicidad 

está siempre de paso, 

yo lo aprendí muy pronto.


La vida me hizo 

-ya desde la cuna- 

un habitual de los momentos complicados.”


No sé si es una llamada desgarrada, o solamente un ejercicio de sinceridad contigo mismo, el final de tu poema “Tu ausencia”:


“Tu ausencia me ha hecho adicto 

a la melancolía, cada otoño 

temo morir de sobredosis.”


He leído varias veces tu poema “Monte Urgull, marea viva”. Has llegado mucho más lejos en esas líneas, has subido mucho más alto, has reconocido el ofrecimiento de las olas, tus palabras han cobrado fuerza y alcance para, en medio de tanta belleza, vestirse de la bravura de esas olas.


También me ha gustado la sutileza de tu poema “Nunca he dejado de esperarte”. Me ha parecido que tu lenguaje se amplía y es capaz de hacer sonreír al tiempo que acoge una pequeña y gran esperanza.


Claramente, en tu poema “El misterio de la vida” nos hablas de un misterio que se recrea un día cualquiera, en la cotidianeidad de un gesto, de una compañía, un misterio que se nos pega a la piel y nos hace flotar. Si esto es así, ¿por qué pedimos siempre más?.


Este libro, Karmelo, me ha parecido el más abierto, el que más respira deseos de vivir, el que, a pesar de la nostalgia, encierra más aceptación. Un libro para volver a leer más de una vez.


Gracias y hasta tu nuevo poemario.


Pamplona, noviembre de 2021.

Isidoro Parra. 

Comentarios

Entradas populares