CARTA ABIERTA Nº 2 A JORDI DOCE.


Buenos días, Jordi.


Esta es la segunda carta que te dirijo para hablarte de tu poesía. Escribir y hablar al mismo tiempo. No estoy seguro de si estoy cometiendo un error al expresarme de este modo o es cierto que escribir, además de su propia función de poner negro sobre blanco lo que pensamos, no es, al mismo tiempo, un ejercicio de conversación, porque cuando escribes a alguien -al menos, a mí me pasa-, estás pensado al mismo tiempo en cómo recibirá la carta el destinatario, si entenderá lo que le estás diciendo o cómo te está respondiendo.


Bueno, en este caso, no tengo que darle muchas vueltas a ese tema porque esta carta no la leerás, solamente lo harán aquellos amigos que siguen de vez en cuando mi blog. En cualquier caso, cumplirá el cincuenta por ciento del cometido de una carta, el que compete al que la escribe.


Hoy quería hablarte de tu último libro de poemas, “Maestro de distancias”.


He leído tu libro como si se tratara de un ensayo sobre el tiempo. Me has hecho preguntarme si somos algo más que tiempo, si tenemos alguna proyección más allá del tiempo.


He pensado que con los tiempos verbales construimos el tiempo de lo que nos pasa, de nuestra vida, y me he preguntado si el ahora, tan sutil y tan breve, también es medida del tiempo.


Tu poema más breve, un solo verso: “Del tiempo no sabemos”. Posiblemente es el resumen de todos los poemas del libro, la esencia de tu desasosiego en las fechas en que escribías estos poemas. Es cierto, no sabemos y, por ello, no terminamos de hacernos preguntas, siempre nos preguntamos sobre lo que no sabemos y, como dices en otro poema, el tiempo puede ser “un modo de pensar: la confusión”.


Todos los escenarios, todos los relatos de estos poemas están atravesados, o llenos, o vacíos, o apresados, o constreñidos por el tiempo. Es igual que hablemos del tiempo como algo concreto, casi material, o como algo inaprensible, casi inmaterial.


El tiempo también es la medida de los recuerdos para ti y posiblemente para todos nosotros.


A veces, el tiempo no es solamente un pasar desde y hasta, a veces es algo más, incluso un instante eterno, un recuerdo, una memoria.


“Allí vimos” es el inicio de varios de tus poemas, un pasado que llega hasta el presente, que nos ayuda a vivir el hoy sobre la base del ayer.


“Del tiempo” es otro de tus comienzos, rozando siempre la abstracción, lo inaprensible, lo provisional, la ligereza del pasar.


Dices en un poema: “Todo en el cuerpo es enemigo, te delata”. He pensado si al escribir este verso pensabas en ese instante preciso, en ese ahora fugaz, presente, o lo afirmabas desde el tiempo circular o lineal.


Me ha costado entenderte cuando hablabas del tiempo “lascivo”, pero es cierto, pensando y pensando en el tiempo, que en el tiempo todo cabe.


Me ha sorprendido la rotundidad de tu poema:


“Esto es el tiempo. Lo que vivimos. Esto: lo 

que debe morir”.


O la sutileza de ese final de otro poema:


“Maestro de distancias. Tú mismo el 

horizonte de sucesos del que nada se 

escapa, ni este callar siquiera.”


Y para acabar, ese penúltimo poema, breve y amplio, justo y eterno:


“Del tiempo, que estuvo siempre en el 

secreto. Del tiempo, que lo sabe todo de 

nosotros.”


Jordi, después de leer tu poemario, no sé si estoy contra el tiempo o a su favor; si antes, durante o después del tiempo; si vengo, si estoy o si voy hacia el tiempo; si lo busco o huyo de él, si me siento querido o despreciado por el tiempo; si me angustia o me da vida; si entenderé su esencia o aceptaré que nunca lo sentiré mío, pero el tiempo que he pasado leyendo tus poemas ha sido un regalo, más tuyo que del tiempo, más de tu tiempo que del mío.


Gracias.


Pamplona, abril de 2022.

Isidoro Parra.


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