EJERCICIOS DE TALLER XVII. EL COLOR DEL VERANO.


EL COLOR DEL VERANO


Dicen que todas las estaciones tienen su color que las define; la primavera con su verde explosivo de recién nacida, el verde lujurioso de la vida que crece en toda la naturaleza; el verano con su amarillo terroso de las cosechas maduras, con el amarillo metálico del sol castigando nuestra piel; el otoño con su paleta inacabable de amarillos que brillan en su último aliento, con sus rojos tan llamativos como los de la belleza más pura; el invierno con el blanco de la nieve, con el gris de las lluvias y las nieblas, con el silencio.


Este año -2019-, para mí, el verano se va a quedar en mi memoria, con dos colores, el azul misterioso y el marrón profundo.


El azul que se está quedando en mi retina y mucho más adentro es un azul que interroga, que demanda desde una mirada fija que te pide más, que ya no le basta con cualquier respuesta, que tiene sed de vida; es el azul de la resignación a la hora de hacer las tareas, el azul que descubre la vida en el lento caminar de un caracol, el azul que escucha paralizado el desarrollo de cualquier cuento, el azul que brilla al recordar y contarte momentos vividos con sus amigas, el azul que te quiere convencer de la verdad de sus explicaciones, el azul que ríe cuando conectas con su interior, el azul que se desborda cuando juega feliz, cuando se siente atendida, cuidada, el azul del asombro cuando aprende cada cosa nueva, el azul firme de quién camina por un sendero seguro, hacia la vida de la que tanto espera.


A su lado, el marrón profundo que se abandona en el tedio y en la lejanía cuando no se siente atendido, el marrón que se tumba sobre la mesa de las tareas no deseadas, el marrón que parece escuchar más que los oídos, el marrón que mide la distancia y la intensidad de los afectos, el marrón que se llena de luces cuando ríe, cuando la felicidad inmedible desborda por sus ojos, el marrón del análisis cuando escucha nuevas opiniones, nuevas historias, el marrón que se esconde tras sus párpados cuando le vence el sueño, el marrón que se mide con el azul, el marrón que te interroga y te procesa, el marrón que no quiere que todo esté medido, el marrón que no se cansa de reír, que se rompe en miles de cristales cuando le invade la risa, el marrón que sabe de amenazas, que incorpora la sensatez de los años que no tiene.


Son el azul de mar de los ojos de Adriana y el marrón de los ojos de Marcos en los que cabe toda la naturaleza.


Estos son mis colores de este verano, colores para el recuerdo, para un recuerdo más que va llenando con otros muchos las estancias de mi vida.


Verano de 2019.




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