ENIGMAS. FATIGADA BÚSQUEDA

FATIGADA BÚSQUEDA

 


Certeras son las aspas del vendaval de la sensación.

Iván Carvajal: Peregrinaciones VI (Tentativa y zozobra)


Óleo: Mariano Peracho.



Discurre el año 2010 y estamos en Shanghai con unos amigos españoles, recorriendo parte del país. China ha sido nuestro destino obligado por el corazón entre los años 2005 y 2016. Aritz, nuestro hijo mayor, ha vivido durante esos años en ese país y para nosotros, solos o acompañados, esa parte de la tierra se convirtió, en ese período, en nuestro destino anual deseado.


Shanghai es siempre un descubrimiento que despierta el deseo de atrapar en la mirada y retener en la memoria todo lo que uno ve. Nunca se sabe si lo que hoy parece eterno por su antigüedad, desaparecerá el próximo año para siempre. En esta ciudad, la velocidad de los cambios es signo de su identidad: rascacielos que se levantan en tiempo récord, la memoria que pasa páginas con la urgencia que manda el progreso económico, la rapidez también del olvido y las pérdidas.


Por eso, me asombro con los enigmas que me ofrece cada calle antigua, en cualquier lugar castigado por el tiempo.


De forma especial, fijo mi atención en las puertas que no dan acceso a una casa individual, sino que enseñan otras puertas, enigmas más allá del enigma.


Estas son una invitación a la especulación, una tentación a pasar por ellas para ver lo que se esconde al otro lado. En ocasiones, lo que te encuentras son estrechas calles ocultas, llenas de plantas que dan testimonio de la vida que se aloja en las casas que se hacinan en los callejones; en otras, solamente dan acceso a un pequeño patio sobre el que se vuelcan las moradas de los que habitan ese espacio.


Cuando traspasas el vado, todo se vuelve más conocido, casi cercano, y va perdiéndose la emoción de lo imaginado, de lo esperado.


Desde la acera, asediados por el ruido de los coches que, a nuestra espalda, llenan y atascan la calle, percibo esta puerta como el guardián que protege un tesoro de los ojos indiscretos que la observan, dejando a la vista los indicadores de la vida que albergan. Los cables de luz suspendidos en el aire, apenas sujetos a la pared; las bicicletas negras, vestidas con esos plásticos que les dan la apariencia de vida; los grifos comunitarios donde se comparten momentos de aseo, de lavado y de comentarios sobre la vida; los dinteles más antiguos de puertas más antiguas, con sus revoques trabajados, recuerdo de otras épocas en las que el tiempo corría más despacio y podía emplearse en crear algo de belleza.


Por estas aberturas fluye cada día una avalancha de vida que se empeña en seguir adelante, en sobrevivir en medio de un mundo que les pone dificultades en cada esquina; tras ellas, el aire acaricia los cuerpos que reposan en las horas de descanso, en medio de los sueños que alimentan las esperanzas.


Como revela el poeta ecuatoriano, tal vez esta puerta es un vendaval de sensaciones, una certeza. Por eso, atravesarla es perseguir el misterio y el conocimiento de la existencia de los hombres, buscar similitudes y aceptar las diferencias, es la oportunidad de apreciar que la vida alienta en cualquier lugar.



Comentarios

Entradas populares