ENIGMAS. Introducción


INTRODUCCIÓN



¿Por qué las puertas?. ¿Por qué son un enigma para mí?. 


Apenas nada de lo que ocurre en nuestras vidas, ni tampoco lo que se piensa en silencio, es por casualidad.


No tengo una respuesta única a esas preguntas, pero estoy seguro de que las puertas o su ausencia han sido importantes en mi vida. De hecho, guardo en mi memoria algunas imágenes que recuerdo de mis años más jóvenes, asociadas a alguna puerta, interior o exterior. En aquella época, las puertas que recuerdo eran más humildes en sus formas y materiales, más uniformes en el color, casi siempre asociadas a un secreto o a un deseo.


Más tarde, las imágenes de las puertas se ampliaron, pero siempre me siguieron llamando la atención y cuando comencé, tímidamente, a viajar, se convirtieron en un universo que pasó a formar parte de mi vida.


No había puerta que no demandara mi mirada, que pusiera a andar mi imaginación, mi deseo de saber más o de entender la vida. Una curiosidad profunda se fue cosiendo a mi visión de las puertas y comencé a fotografiarlas, a guardarlas, cierto que sin pensar mucho en las razones.


Así ha pasado siempre, las puertas en mi mirada, ellas y mi curiosidad interrogándome.


Una puerta es siempre un enigma, una imagen que me hace pensar, una invitación a la reflexión, a intentar imaginar lo que esconde o lo que guarda, lo que ofrece o lo que oculta.


Así que, andando y andando, viajando y viajando por el mundo, fotografiando y pensando, he acumulado una buena cantidad de imágenes de puertas, siempre reconociendo que las lejanas me inquietaban menos que otras que me son habituales y tengo más cerca.


Aquí, en éstas páginas, quiero dejar testimonio de algunas de ellas, de las que tengo presentes en mi día a día y de aquellas dejadas atrás, pero cuyo recuerdo conservo en mi memoria. De hecho, algunas de ellas todavía me invitan a volver.


Las puertas son enigmas que me interpelan desde su quietud y su serenidad, desde su forma, y su color y, ¿por qué no?, desde la mirada que ellas mismas proyectan. Algún poeta con la sutileza de lo cotidiano, como Karmelo Iribarren, las retrata como una provocación en su poema PUERTAS:


Las abiertas

no te dicen gran cosa:

entras o sales.


Las cerradas tienen su misterio,

aunque casi siempre

prometen más de lo que dan.


Con las entreabiertas

hay que tener mucho cuidado,

suelen ponerse irresistibles.


Las puertas tienen siempre algo que ver con su uso, cotidiano y ruidoso o esporádico y silencioso, con el miedo o el interés que provocan, con el material del que están hechas, con la esperanza puesta en una ausencia que no conoceremos, con ese intento de proteger, de ofrecer seguridad, de remover nuestros pensamientos cuando nos salen al encuentro. 


He intentando incluir en este recorrido puertas de diferentes lugares que han despertado en mí diferentes sensibilidades, aunque no puedo ocultar que hay algunos enclaves que, no siempre asociados al número de puertas que describo, toman más protagonismo que otros: China, por ejemplo, y especialmente Pingyao, ha sido uno de los destinos más repetidos en nuestros viajes. Ecuador es otro de ellos, especialmente el Oriente, en el que todas las puertas están y son abiertas, tan abiertas que cuesta verlas. En ambos países, han vivido por varios años algunas de las personas más queridas para mí. Cuba también, por citar un lugar al que siempre apetece volver o Bhutan, un sueño del que cuesta despertar.


Para mí, al escribir sobre cada puerta, ha culminado un proceso, un recorrido vital. Las fotografías, mis recuerdos y mis pensamientos han cerrado una caja que contiene mucho de mí y de mi forma de imaginar y ver las cosas y la vida.


Soy consciente de que esta tarea que he acometido no es fácil y tiene algo de peligrosa. A través de ella, me voy a adentrar en el territorio de mis sueños y mis recuerdos. No es tarea para abordarla en solitario. Por eso, les he pedido a mis amigos, Mariano y José, que me acompañen con sus dibujos, con su interpretación de algunos de mis recuerdos, con su sabio consejo y siempre respetuosa opinión. Mariano y José han sido testigos y compañeros de algunos de estos encuentros con el enigma, con el de las puertas y con otros más personales. Por ello, su presencia en estas páginas tiene mucho sentido, completa un largo recorrido por esta vida, ennoblece las pobres palabras y suma, además de color y arte, mucho calor y compañía, esa que nos sostiene en días de aguacero, cobijados en el escaso dintel de una puerta cualquiera.


Pamplona, octubre de 2020.


 


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