ENIGMAS. PUERTAS ALADAS

 PUERTAS ALADAS



tú, que sostienes,

contra toda evidencia, que la belleza puede

justificar, salvar lo que devora el tiempo.

José Cereijo: Azar (Música para sueños).



Fotografía: Isidoro Parra.



Estas puertas necesitan esas alas, pequeñas pero sólidas, resistentes al tiempo y al olvido.


Las necesitan porque pueden volar en cualquier momento.


Guardan en sí mismas la fuerza que les permite proteger el conocimiento: tienen que estar preparadas para salvarse y salvarnos.


Pekín disfruta, en 2010, de estas puertas en el Templo del Cielo, rodeando el espacio más misterioso e intrigante de este lugar, el Altar Circular.


A los pies de estas piedras de culto, sirviéndoles de muralla hacia el inframundo, el suelo de tres terrazas de mármol se extiende desde un pequeño círculo central hacia los bordes, multiplicando las losas de cada aro con una precisión matemática. Este espacio conserva toda la magia de las antiguas ceremonias, la voluptuosidad del círculo casi sagrado sobre la parquedad del número que se multiplica.


En este altar te asedia el nueve, la representación de lo que tiene límites, nueve más nueve, nueve por nueve: desde el cero hasta el infinito para que la armonía de los números y los astros protegieran la aparición del emperador, para pedir en primavera que la cosecha fuera abundante, para agradecerla en otoño. 


Aquí, todo es un trabajo de grandes artistas: los que diseñaron el lugar y sus proporciones, armoniosas; los que eligieron los colores, rotundos; los que distribuyeron los espacios, con el gran paseo central lleno de puertas y templos; los que eligieron los materiales y los colores, para perdurar; los que diseñaron los dibujos de cada columna, para honrar; los que distribuyeron a los lados del camino central los pabellones de la fertilidad, de la abstinencia, de la sabiduría; todos llenos de significados, diseñados para una misión.


La forma en que está trabajado el mármol te enmudece. ¿Cómo hicieron para dar las proporciones más ligeras a esas columnas que delimitan las puertas que te llevan de altares a templos, de observatorios astronómicos a plazas de reposo? 


El azul de la cerámica que cubre esos tejados accesibles brilla con el sol que lo exalta; su luminosidad se expande desde las cúpulas más altas de los templos circulares hasta los tejados más humildes de los muros.


El rojo que decora la madera pone el tono que armoniza con el dorado de los embellecimientos de sus puertas.


Nosotros desapareceremos, pero quedará flotando una ausencia de sonidos impregnada de significados, de plegarias de muchos años, porque el silencio es una parte esencial de cualquier espacio que pretende perdurar.


Creo que la belleza que encierra, parafraseando a Cereijo, puede justificar y salvar lo que está destinado a ser devorado por el tiempo.


No acabo de creer en todo lo que han querido que creyera, pero siento que me hace vivir aquello que respira longevidad y valores eternos, escenarios del espíritu.


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