FUNERARIA
FUNERARIA
A Darío Jaramillo Anúdelo, en Pereira.
El padre de mi amigo Darío le decía:
-Los de la funerarias se olvidaron de mí.
Mi amigo ya sabía que negar
la realidad de quien ignora o niega
la realidad no sirve para nada,
e intentaba calmarlo.
-Tienen mucho trabajo, papá,
hay mucha gente que muere
y tú no estás tan mal después de todo.
-Mal o bien, estoy muerto y no comprendo
por qué no vienen a por mí.
Y así pasaron meses, convencido
de que ya no existía
y enfadado con los de la funeraria.
Hasta que un día dejó de esperarlos.
Solo entonces llegaron.
Poema de Juan Vicente Piqueras,
de su poemario “La habitación vacía”
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