ENIGMAS. ABIERTAS A LA SERENIDAD.

 ABIERTAS A LA SERENIDAD 



Bienaventurados los que se abandonan y olvidan

porque esa ausencia es la presencia de lo eterno.

Gabriel Celaya: Bienaventuranza (La soledad cerrada)


Óleo: Mariano Peracho.


El espacio flota entre mares vegetales y puertas abiertas que comunican historias acumuladas de oración y equilibrio.


Estamos en Xian y corre el año 2006. Hemos visitado las altas murallas que defendieron esta ciudad; hemos recorrido con calma, con pisadas y movimientos cargados de respeto, las tumbas profanadas de esa demostración de poder y belleza con miles de guerreros alineados entre el silencio y el polvo.


A pesar de ello, saciado de tanta grandeza, me quedo con el murmullo de las aves en este paraíso oculto.


Ante mis ojos, las puertas abiertas de la mezquita de esta ciudad imperial, antigua, me empujan a vivir el silencio y la armonía.


Ellas me enseñan otras estancias, lejanas pero cercanas, amables; umbrales que no guardan tesoros, que no tienen que defenderse, que nunca han impedido la entrada, siempre abiertas a la exploración de todos los enigmas.


El mármol blanco; las manos de los jardineros que no dejan huellas aparentes, la ordenada colocación de las flores; la vieja madera de los muros, gastada por el tiempo; los dinteles pintados, los aleros enriquecidos de animales y flores; el agua que salpica el aire entre los arriates, … todo te conduce en silencio hacia un espacio en el que tu cuerpo pierde peso y la mirada se te vuelve hacia dentro.


Las puertas son un anuncio de equilibrios conseguidos, de guía para el camino y descanso para el esfuerzo. Señalan el camino de la serenidad, el tiempo del encuentro contigo mismo.


La armonía y el equilibrio se aposentan en cada rincón de este templo ventilado a todos los horizontes.


Si bien la historia ha sido dura, hoy ha desaparecido el rastro del dolor. Por estas puertas han salido los malos humores y los odios para dar paso al respeto y a la mirada serena.


Aquí me encuentro arropado por mis buenos amigos, añorando la presencia de los que me precedieron.


El tiempo atraviesa límpidamente estos pórticos desde el pasado y hacia el futuro.


Son puertas que te abren los espacios ocultos donde habita el misterio. No es necesaria una fe concreta. Te puedes dejar atrapar por la carga de espiritualidad que flota entre jardines y rincones de oración para practicar la meditación, un bálsamo para los humores que agitan tu equilibrio.


Celaya, con sus palabras, ya nos anunciaba el sentido del abandono y el olvido: hacer más presente lo eterno. 


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