DESAMPAROS Y RESCATES: LEJOS DE CASA, CERCA DE LAS NUBES

 

Acuarela: José Zamarbide


LEJOS DE CASA Y CERCA DE LAS NUBES.


Agobiado por las dudas, me acerco a tu habitación. Me han pedido que te acompañe apenas una hora. Es poco tiempo, pero es una situación nueva y me encuentro inseguro.


Estás sola en la habitación. Estás tan sola que pienso si también lo estas en la vida.


Duermes un sueño profundo, pero el gesto de tu rostro no es el que uno piensa como propio de un momento de paz. Tu boca, abierta y detenida, es un grito mudo, un desgarro de la belleza.


El cabello rubio, sembrado ya de canas, permanece fiel a tu piel, acompañándola. Se acomoda a ella como una seda lo haría con una piel joven, deseada.


Y tu boca abierta … La miro y percibo el lamento.


Tus brazos, rendidos a lo largo de tus costados, son la única parte de tu figura que parece descansar.


En tu lóbulo derecho, el pendiente de plata …, visible, añoranza de vanidades, testigo de vida.


Y tu boca abierta …, dejando que tu cuerpo se alimente de vida o despidiendo a la que te queda, huérfana de compañía.


¿Cuanta vida llegó contigo al nacer?, ¿cuanta vida viviste?, ¿alguna vez pensaste que podía llegar este tren que te ha arrollado? No importa la vida que te queda, nunca importa. Todo es solamente cuestión de tiempo.


Y tu boca abierta …, exhalando aire sin tu permiso.


Tu piel clara, testimonio de tus orígenes, reflejo del paisaje nevado que te vio nacer y crecer, es un papel en blanco dispuesto a recibir cualquier mensaje. 


Tu cuerpo, postrado, sin fuerzas, es la imagen de la entrega y el abandono, pero hay belleza en el gesto, en esa actitud de que ya pocas cosas importan, salvo tus cuidados que tanto mereces.


Y tu boca abierta …, buscando una respuesta para seguir adelante, para forzar el grito.


Y tu pendiente de plata … como un recordatorio de que hubo vida en tu pasado.


Entre los dedos algo crispados de la mano izquierda, el dispositivo de llamada, el nexo con la seguridad.


Y tu boca abierta …, muda. No es posible saber si llama, pero es tu conexión muda con lo que te rodea, como lo son tus ojos que viven y sonríen


Y tu pendiente de plata … Me gustaría saber los secretos que guardas en sus filigranas, qué momento feliz alumbró, qué sonrisa te iluminó el rostro la primera vez que te lo pusiste.


Sobre tu cuerpo, el móvil, mudo, silencioso como una tumba, pero puente y camino de llegada para voces que siempre esperas, que siempre agradeces.


El cuerpo, pérdidas las formas, se esconde tras tu camisón azul y parece ser tuyo todavía.


Creo que te sientes acompañada y cuidada, posiblemente sin esperanzas, pero no abandonada.


Y tu boca abierta …, insumisa de palabras.


Tras tu vida, deseo que sientas la acogida y el respeto que -no me cabe duda- habrás merecido.


Ahora tienes una compañía no deseada. La ELA te va minando de forma inexorable y el tiempo es una incógnita indescifrable. De todo eso son testigos tus pendientes …, el que muestras y el que se esconde entre tu piel y la almohada.


Sueñas con esa nieve que enfriaba tus manos en los juegos de tu niñez. Parece que la esperas de nuevo a tu lado. Tus pies y tus manos la desean. 


Tu boca abierta … está en silencio, tu paladar seco, alpargatado.


Tu figura, extendida sobre las sábanas, es también la imagen de la espera inevitable, de la aceptación de lo innombrable, del misterio. 


Y tu boca sigue abierta …


Te rodea el silencio. Puede que tu silencio, el nuestro también, sean tu bálsamo para abrir los ojos y seguir aceptando la suerte que te ha tocado vivir.


Tus pendientes parecen venir del pasado.


No sabes lo que me das mientras te contemplo y te acompaño en tu sueño. Gracias, también en silencio.


De pronto, una música discotequera ha sonado en tu teléfono y te ha despertado por un momento, pero vuelves con lentitud de los campos del sueño. No percibo muchas ansias de volver a la consciencia.


Cuando ya has despertado, me dirijo a ti y te propongo darte la merienda. Has aceptado y te incorporo lo más suavemente que puedo para facilitar el proceso.


Colaboras abriendo la boca como signo de que esperas la siguiente cucharada. Intento no hacerte daño, no recargar demasiado la cuchara, no rozar apenas tus labios con ella. Acabamos y aseo el contorno de tu boca, con respeto y toda la delicadeza que puedo.


De tu boca, que antes estaba abierta, no sale ningún sonido ni palabra -hace tiempo que quedaron mudas en tu interior, solo para ti-, pero tus ojos brillan de agradecimiento.


Con mucho esfuerzo, sostienes levemente tu teléfono y a duras penas buscas el traductor. Introduces un signo en tu idioma y el traductor traduce. Me muestras tu mensaje: GRACIAS.


Apenas puedo cabecear para agradecerte el mensaje. Estoy más pendiente de ocultar mi emoción. Mi pudor me impide ser más explícito. No quiero que mi agradecimiento profundo se confunda con la pena que siento.


Me has hecho mucho más feliz que lo que puedas pensar. 


No he podido rescatarte, pero tu sí lo has hecho conmigo.


Yo soy el que agradece.



Isidoro Parra

Pamplona, noviembre de 2023.

Comentarios

  1. Gracias Isidoro, por describir tan bien los sentimientos que se agolpan en los encuentros que nos ofrece la vida.

    Hay veces que en el campo abierto,
    la tormenta acecha,
    y buscamos refugio en la huida,
    pero él refugio no llega.
    Y el desamparo cubre el horizonte,
    como una nube negra.
    Pero en la vida y su campo abierto,
    el desamparo, nunca está fuera,
    está tan dentro, que a veces parece,
    que es la celda de la existencia.
    Sólo un camino, queda lejano a su existencia,
    esa senda donde el amor y la vida,
    se hacen entrega.

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    1. Gracias, Iñaki, y gracias por tu poesía, un bálsamo de serenidad que nos llega desde tu Valdorba. Las jaras que tanto amas se pasean por tus versos.

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  2. Hola gracias por estas maravillosas palabras.Esto es lo que siento cuando acompaño a una persona.Mi corazón se inunda de compasión y agradecimiento.

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  3. Gracias Isidoro por compartir estos momentos tan llenos de vida. Trato de imaginarme en ese escenario que describes y me da rabia que me surja por delante la inseguridad, la intranquilidad por qué hacer, qué decir... En la red de mayores acojo un grupo los martes y voy aprendiendo a acercarme, a escuchar... y a sorprenderme de su gratitud enorme... sin duda hay mucha vida compartida en ese espacio. Alberto

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  4. Gracias a ti, Alberto. Acompañar es siempre aprender y recibir más de lo que se da.

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