CARTA ABIERTA Nº 1 A RAMÓN IRIGOYEN

 CARTA ABIERTA Nº 1 A RAMÓN IRIGOYEN


Buenas tardes, Ramón.


Acabo de leer por tercera, cuarta o quinta vez tu poemario “Cielos e Inviernos” y me he vuelto a quedar mudo. De hecho, si me atrevo a escribir estas reflexiones, estos recuerdos del impacto de tus poemas, es porque sé que nunca los vas a leer. Si te tuviera frente a mí, no sabría qué decirte.


No sabría qué decirte o me daría miedo decirte lo que había vivido con la lectura de tus versos.


De antemano, tengo que decirte que esta vez al menos -no recuerdo las anteriores- los he leído en voz alta mientras, de madrugada, recorría con T los caminos que dan la vuelta al valle que se extiende a los pies de La Luna.


Han pasado tres días desde que acabé de leerlo y me vienen a la cabeza fogonazos con forma y contenido de palabras: originalidad, irreverencia, verdad, sinceridad, piel, distancia, agradecimiento a la vida, vivencias extremas, otras maravillosas, envidiadas, … y el color azul.


No debía ser fácil quererte para algún tipo de mujer. Parece que hubo años de tu vida en los que no podías asegurar fidelidad, monogamia, pero tampoco parece que la exigieras.


Creo que Grecia ha ocupado una parte importante de tu vida, de tu pensamiento, de lo que has sido o has añorado después. No me extraña. Grecia siempre es más que lo que piensas, que lo que sabes o lo que esperas.


No sé si te invitarían ahora a celebrar tu estancia en el Seminario de Pamplona, pero estoy seguro de que tampoco te importa. Parece que te dejó una huella que te costó superar, pero me ha llamado la atención la forma que en incluyes a Dios o a la Virgen en algunos de tus poemas de rabia y desapego. Me gustaría saber si incluirlos sólo con la inicial obedece a un vestigio de respeto, a que ni siquiera para insultarlos quieres escribir su nombre entero, a que los quieres olvidar o a algo que no entiendo.


No te voy a engañar ocultándote que me han dado algo de envidia y de nostalgia los encendidos versos en los que nos cuentas tus recuerdos de los Sanfermines de Pamplona. Ahí nos entenderíamos, seguro.


¿Qué voy a decirte, por otra parte, de tus convivencias con Jaime Gil y su grupo?. No lo vas a saber, pero es uno de los pocos poetas que releo continuamente y en cuyos poemas siempre descubro un matiz nuevo, una mirada diferente. Me gustaría preguntarte muchas cosas sobre él.


Las sábanas, las luciérnagas, la sangre menstrual, los amigos, las noches en vela, el humo, los bares de putas, un universo que podría no ser grato, pero que rezuma autenticidad. 


Algunos poemas tuyos de agradecimiento al amor o a una mujer, son, Ramón, los más bellos que he leído y, sobre todos, los que respiran más sinceridad.


Y todo, todo, dicho con maestría, esa que hace creíble lo escrito, esa que deja atrás los hechos que podrían ser sórdidos y los convierte en una sinfonía de vida.  


Creo que ya es tarde para más, pero no podía dejar pasar esta re lectura para decirte o decirme lo que he sentido, caminando por el valle de La Luna, entre las siete y las ocho y media de la mañana de algunos días de este mes de julio.



Amillano, julio de 2023.

Isidoro Parra.

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