ENIGMAS. LA VIDA EN UNA PUERTA

LA VIDA EN UNA PUERTA




Si queremos conocer el mundo debemos mirar hacia el alma, y si queremos conocer el alma tenemos que mirar el mundo.

Rudolf Steiner


Fotografía: Isidoro Parra



2012: esta puerta de Tuyoq, en la Ruta de la Seda, está hecha con el dibujo de los buenos sueños y los mejores deseos.


No es una puerta encargada al azar. Antes tuvo que ser pensada y soñada. Los que la hicieron atendieron a deseos de ver reflejada en ella las flores que iluminaban sus vidas, los paisajes que daban cumplimiento a sus esperanzas.


Esta puerta entornada, colgando de un marco sencillo y sin pintar, y recostada sobre una pared lucida con yeso y pintada con el color de la tierra a la que pertenece esta casa, deja el paso libre al visitante que llega sediento de agua y descanso, después de recorrer esos caminos de la Ruta de la Seda que alimentan sueños ya imposibles.


Es una puerta trabajada en la que el dibujo y el color asumen el protagonismo de la imagen. Tiene herrajes que seguramente eran bellos, pero apenas se ven, están fundidos con la madera bajo la pintura azul que se apodera del espacio como una mancha amable.


Todo está cuidado, los marcos de los paños pintados de amarillo oro con sus filigranas, los cilindros de la parte superior que cierran la puerta y ventilan las estancias, pero, sobre todo, esos dibujos con espléndidos ramos de flores y esos paisajes de ríos caudalosos y verde vegetación que a sus moradores les cuesta encontrar a su alrededor.


Por eso, la idea de esta puerta tenía que ver algo con el amor y el deseo.


No es difícil pensar en el amor de un joven uighur que quiere preparar el hogar para su amada con el mejor recibimiento: una puerta con la que soñar para el futuro que van a compartir.


Tampoco es difícil pensar en el deseo de viajar por otras tierras o en la capacidad de retener hermosas imágenes de lo vivido en el recuerdo.


Hay alma y mundo en esta puerta.


El alma de esta puerta no es interior, está extendida sobre la superficie de la madera; es una bandera de bienvenida y acogimiento, es un canto de alegría por la vida recibida.


El mundo no solo entra por esta puerta cuando está abierta, se queda a vivir en sus paños, en sus pinturas, en la alegría que acompaña al visitante cuando pisa esta tierra por primera vez.


En esta puerta, mi alma se encuentra con la suya y olvido mi mundo para participar en la fiesta de la acogida, en las sonrisas que me reciben y en el respeto con el que me tratan.


Por medio de estos dibujos, el alma reconoce el mundo y el mundo se refleja en el alma; también en el silencioso latido de esta puerta.


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