CAMPEÓN
CAMPEÓN
El 27 de julio ocurre una rabieta
en medio de la madrugada. Los vecinos
del otro lado de la calle llaman a la policía.
Ésta llega a las 5:50. Ya Martín se ha callado.
Llaman a varios timbre. Dan con el mío
y ahí estoy yo a las seis de la mañana
de un viernes laborable manteniendo la charla
más difícil de mi vida. Doy detalles
sobre qué cosa es el TEA, sus cuidados,
cómo se calman los autistas cuando sufren una crisis,
qué técnicas, qué estrategias, qué farmacología.
En todo momento sé que estoy siendo evaluado
y que el informe que firmen puede abrir un expediente
a mi nombre y de Martín en Protección de Menores,
y también que mi aspecto no es bueno, ¿Bebí
anoche? ¿Cuánto he dormido? ¿Huele
mal la camiseta del pijama o está sucia?
¿Hasta qué punto soy yo un padre de mierda?
¿Estoy verdaderamente al día de todas las terapias?
¿Me esfuerzo lo bastante por que mis hijos no llores
o soy yo quien pasa el día llorando? La entrevista
va de mal en peor. Tengo un nudo en la garganta
que apenas me deja decir. Al final se marcha,
no anotan nada especial en la hoja de atestado,
me miran por última vez y su gesto es el mismo
que cuando alguien me pregunta qué tal, con el crío,
qué padrazo estás hecho, yo te admito
y sé que sería inadmisible otra respuestas
que bien, ahí tirando. Tú puedes, me dicen.
Campeón.
Poema de José Daniel Espejo,
de su poemario “Los lagos de Norteamérica”.
Comentarios
Publicar un comentario