ESPANTO

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Mi madre dijo: “Por supuesto 

puede que no sea nada, pero tu padre 

tiene una mancha en el pulmón”.

Eso es todo lo que dijo. Mi padre,

con cincuenta y un años, no era 

capaz de hablar de cosas fatales sin llorar.

Cuando llegué a casa 

lo besé en la mejilla, lo cual no era nuestra costumbre.

En una carta, mi madre 

me pidió que no lo besara más

porque se ponía triste.

Dos semanas después, las exploraciones

revelaron una lesión 

que no se podía operar.

Los médicos nunca

se lo dijeron; él nunca preguntó, 

pero leyó la Guía Médica del Hogar.

Siete meses más tarde, 

justo después de cumplir cincuenta y dos, 

empezó a írsele la vista, 

su voz se redujo a un susurro; tres días

antes de morir, decía,

“Si me ocurriese algo…”




Poema de Donald Hall, 

de su poemario “Manzanas blancas”. 

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