ENIGMAS. PUERTA DE SERVICIO

 PUERTA DE SERVICIO 



Quiero morirme poco a poco

para despedirme largo de todo,

oír de cerca el silencio,

sentirme parte del vacío.


Quiero morirme poco a poco

para tener este recuerdo.

Luce de Perón.


Acuarela: José Zamarbide


Estamos en 2020.


Por enésima vez, pude contemplar ayer esta imagen en mi paseo por Urbasa. Entre el Balcón de Pilatos y El Raso. Junto a un aprisco de piedras, se abre esta puerta en plena Pared del Rey.


Soy consciente de tantos nombres y parajes lejanos, extraños para muchos. 


- Urbasa, parque natural de mi tierra navarra, paraíso de soledades y encuentros conmigo mismo, reino del hayedo y de los pastos de primavera.


- Balcón de Pilatos, hoz natural por la que el parque se asoma a los valles de la tierra media, fuente donde nace el río Urederra -agua hermosa en euskera-, balcón de negra memoria y luminoso presente.


- El Raso, ricos prados para el deleite de vacas, caballos y ganado lanar, paisaje sobre el que vuelan los buitres leonados para buscar su comida.


- Pared del Rey, pequeña en altura pero extensa en longitud, esta pequeña muralla seca separaba territorios: los del monarca y los de los pueblos limítrofes.


Antiguamente, cualquier paso de mercancías o aprovechamiento de espacios, a un lado o al otro de esta pared, estaba controlado: siempre el acuerdo económico.


A pesar del paso del tiempo, algunas normas continúan vigentes y, aunque se puede ver ganado de cualquier tipo a ambos lados del muro, toda presencia ha requerido su autorización, todo movimiento tiene un precio.


En concreto, este paso tiene un objetivo: que solamente el ganado lanar pueda cruzarlo. No se quiso que por aquí pudieran cruzar vacas o caballos. De ahí la altura y el deseo de no romper la unidad de la regia pared.


Con los ojos de hoy, aunque todavía se practica el paso del ganado, es más un vestigio de otra época, de una historia que se escribía pegada a la tierra.


Agachando nuestros cuerpos, hemos cruzado por ella para sentir el paso del tiempo, para sentirnos parte de la piedra, la madera y la tierra.


Me detengo a mirarla, singular. No le pido que me hable, pero tengo la sensación de que me espera. Amo esta tierra, lo confieso. Es mi pulmón y la fuente de mi tranquilidad.


Como dice Luce, quiero morirme despacio, poco a poco, y despedirme largo de todo, de algunos lugares, de las imágenes que me alimentan; quiero oír de cerca el silencio que habita sobre estos pastos, entre estas hayas; quiero sentirme parte del vacío que habita entre bosques y barrancos, del que se descuelga desde el Balcón.


Sobre todo, quiero morirme despacio para que mis últimos recuerdos sean los de los seres queridos y los de estos parajes. Quiero cruzar esta puerta cuando sea solamente un suspiro.

Comentarios

  1. Tus queridas puertas, cuanto me ayudaron en el confinamiento, !gracias!

    ResponderEliminar
  2. En mi caso, llenaron mi confinamiento y abrieron un camino que todavái no ha terminado. Gracias, Margot

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares