LA RUTINA

 LA RUTINA



Quién sabe si por su lentitud 

o porque sus colores 

preferidos 

son el gris 

y el azul desgastado, sin brillo, 

de las chaquetas de los oficinistas, 

no goza entre los jóvenes 

de buena prensa.

De todo lo bueno que les pasa de largo 

la responsabilizan a ella.

Los viejos, sin embargo, incluso rezan 

para que no falte a la cita 

al día siguiente.

Detesta las euforias 

desmedidas, las sorpresas 

y el excesivo culto a la esperanza.

No le hace falta más que un rato 

para bajarle los humos 

a lo espectacular.

Después de las catástrofes y las guerras, 

después del infierno del desamor, 

aparece ella, 

como si nada, 

y te ayuda a seguir adelante.



Poema de Karmelo C. Iribarren, 

de su poemario “La última del domingo”. 

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