PRIMAVERA IV. La luz, la naturaleza y la sombra.


“La naturaleza no se apresura, pero todo se logra.”

Lao Tzu.


Si supiera pintar y quisiera imaginar un cuadro, mi mente nunca me hubiera dado la oportunidad de incorporar al lienzo la roca en la sombra, el musgo sobre la roca buscando la luz y, quedándose con cautela a medio camino, los bellos y estilizados troncos de las hayas surgiendo de la luz; pero la naturaleza siempre da más, mucho más, siempre supera el pensamiento.


Esta mañana, durante un paseo tranquilo por un hayedo de Urbasa, he sentido que se apoderaba de mi el placer que proporciona la paz, la inexplicable y silenciosa conexión con la naturaleza.


En el recorrido, he dejado atrás fotografías por hacer, escenarios por construir, muchas preguntas que se quedan sin respuesta ante tanta belleza.


Me he quedado admirado ante el despertar de la vida en la naturaleza, con las hojas empujando la piel que las cubre para salir a la luz, persiguiendo la victoria que saben imparable, repetida.


Pero ha sido el juego de la luz y las sombras lo que me ha atrapado al final del recorrido. Sobre la uniformidad general de grandeza que lo inunda todo, ese juego de claridad y oscuridad me ha hecho fijar la mirada en sus matices, siempre y de nuevo, con el valor de la diferencia sutil, ni agresiva ni competitiva.


En primer plano, la piedra, con su carga de antigüedad, soportando el desgaste de lluvias y las agresiones del viento, aguantando los años y las nieves, guardando espacios para el cobijo del que busca un respiro. A su izquierda, una parte de su misma roca protegida por ese musgo verde intenso que la cubre, que la preserva del sol, que le da ese verde tan difícil de replicar y, en medio de las dos, el torrente de luz que ilumina las hayas todavía desnudas que me llaman desde el suave murmullo de sus ramas al rozarse por el empuje del viento, como soldados que se visten del respeto que le tienen a sus mayores, a la tierra, a las rocas.


Luz y sombras para recrear con gratuidad un remanso de paz, de iluminación del espíritu, de alegría para mis ojos.


A veces, la belleza natural te deja mudo.


Y siempre feliz, en paz con tu interior y volcando luz sobre las sombras de tu vida, identificando los rayos de esperanza.


Amillano, marzo de 2018
Isidoro Parra.

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