PRIMAVERA V. La soledad y la confusión.


“Si el Evangelio omitiera toda mención de la resurrección de Cristo, la fe me sería más fácil. La Cruz sola me basta.”

Simone Weil (Carta a un religioso)


Mi memoria te piensa solo, sin compañía, sin mujeres que te lloran cargadas de velos, ni soldados que castigan tu costado con arrogancia, sin público que llora o te maldice; en silencio.


Te imagino sufriendo, deshaciéndote de la vida por la herida de esos clavos, desmadejado en tu sufrimiento, en la duda, en el abandono que sientes más allá de tu origen y tu destino, sin la compostura imaginada por pintores y escultores.


Mi mente no puede imaginarse tanto amor como para sufrir así y pensar en nosotros. Soy así de pobre y limitado.


Desde mi sentir más profundo, no puedo separarte de la cruz, me gustaría acompañarte ahí pero me escapo, no puedo sujetarme a tu lado. Solo pensarlo se me antoja una desmesura de egoísmo por mi parte.


Pero me intrigas desde esa imagen tan poderosa, tan rotunda, tan triste y tan bella. A veces, cuando estoy cayendo me agarro a tu imagen y no veo nada más. Hoy, desde el banco de la iglesia del Santuario de Urquiola, acompañando la despedida de Victor, que nos ha dejado con ciento dos años de vida muy vivida hasta los momentos finales, te contemplaba y algo de tu representación en ese crucifijo se me escapaba.


Por una parte, tu color, inhabitualmente negro, que profundiza en la angustia de lo que imaginamos como muerte, destrucción, abandono.


Por otra parte, la sencillez de líneas, el alargamiento de tu cuerpo, de tus piernas y tus brazos, sobre todo tus brazos que parece que quieran abarcar el mundo y a todos nosotros.


Mis ojos van fijándose en tu contorno, en tu figura total y algo se ilumina como un aura momentánea. Descubro el escorzo de tu cadera, la delicada voluptuosidad de la ausencia de dramatismo, los rasgos casi femeninos, hombre, mujer, entrega, acogimiento, abandono, universo total, divinidad. 


Me acerco  para darme cuenta que estoy ante tu imagen interpretada por África o eso me parece.


Reconozco que pocas figuras me han transmitido tanta delicadeza y tanta fuerza al mismo tiempo. 


Espero pensarte y retenerte junto a mí en las frías horas de invierno.


Pamplona, abril de 2018
Isidoro Parra.

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