PRIMAVERA X. Flores de castaño


“Siempre tuve cierta confianza en el suave poder de persuasión de la belleza.”

Herman Hesse (Lecturas para minutos)




Una de las imágenes de cualquier primavera que siempre guardo en la retina y que espero encontrarme en la primavera siguiente es el florecimiento de los castaños de indias que proliferan en las calles y en los parques de Pamplona.


Los castaños de indias son árboles enormes, de una envergadura superior al resto que les rodean; la sombra que generan bajo ellos es compacta, definitiva, pero yo siempre observo una fase más temprana de su despertar: el crecimiento de sus hojas y la aparición de sus efímeras flores. Sigo el proceso desde la explosión de la yema que cobija la vida que va a nacer, el primer verde claro de sus primeras hojas hasta el más oscuro de sus siguientes días, pasando del tímido anuncio de una realidad más que evidente a la nueva dimensión de su afirmación; es un parto que parece imposible, un alarde de magia y realidad, como lo es el volumen que le dan al árbol, capa sobre capa. En ese proceso, me sorprenden esas flores que surgen como centinelas en las torres de un castillo, como nubes sobre verdes montañas.


Surgen tan rápidamente que me sorprenden de un día para otro y ahí permanecen unos días, como reinas que van regalando sueños y llamando la atención, despertando sonrisas, convirtiéndose en estrellas blancas de algodón. Hasta las hojas inclinan su cuerpo entero para que la flor reine sobre ellas.


Sobre su color blanco que envuelve todos los detalles, apenas se perfilan unos pequeños capullos que le dan ese punto de contraste, esa delicadeza de lo ligero.


No podría pasar ante ellas días y días sin detenerme en algún momento a recibir su color, a comunicarme con ellas, porque hay cosas que solo se pueden reconocer si te detienes y las piensas, si las haces un poco tuyas y, al hacerlas, rellenas un espacio de tu mente y te regalas horas y horas de recuerdos, de paz.


Paz personal para seguir resistiendo, creyendo, confiando en la vida.


Pamplona, abril de 2018

Isidoro Parra.


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