OTOÑO IX. Parque público.


“El anhelo de vivir se mantiene en mi ante la posibilidad de contemplar la belleza de un paisaje.”

Kamo no Chómei (Pensamientos desde mi cabaña).



No hay jardines más bellos que los parques públicos.


En la ciudad en la que vivo, tengo la ocasión y el privilegio de poder disfrutar de varios parques con diferentes planteamientos geométricos, equipamiento y material vegetal.


Desde mi casa puedo apreciar cada mañana la imagen que me ofrece el parque que disfrutamos justo delante nuestra. Siempre es bello, amplio, con el cuerpo de los árboles que han ocupado ya un espacio importante, que se han asentado y adueñado del paisaje con la sensación de estar allí hace muchas lluvias y muchas nieves, pero en otoño cobra otra importancia, otros volúmenes y, sobre todo, otros colores que llenan el aire y mi mirada.


La copa de los árboles parece más suave, más recogida y con los límites más claros, y me recuerdan aquellas bolas de algodón de azúcar de mi infancia; la paleta de colores va del verde oscuro de las especies pináceas, pasando por los verdes suaves de los ejemplares de hoja caduca que todavía no han entrado de lleno en la estación, los amarillos intensos y los más apagados que rinden sus hojas a la alfombra verde del suelo, los rojos que salpican el paisaje como invitaciones al placer, los marrones más castigados que ya se han despedido en su mayoría.


Cuando la luz del atardecer inunda sus ramas, parece que quieran volver a iniciar una nueva vida y ponen de manifiesto su belleza con una brillantez inusitada.


Yo lo miro y me parece una mullida cama donde acostarse, donde dejarse llevar en el silencio del amanecer o acurrucarse al atardecer para soñar.


Si en primavera veía a los pintores impresionistas llenando el lienzo con las flores que surgían silvestres en el manto de hierba, ahora los veo dejándose los ojos en el arte de intentar apresar esta imagen tan solemne y tan sencilla.


¡Cuánto me das, otoño y naturaleza juntos! Tanto como lo necesario para recogerme en el silencio de la contemplación de vuestra belleza.


Pamplona, noviembre de 2018.

Isidoro Parra.



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