CARTA ABIERTA Nº 6 A KARMELO C. IRIBARREN.


Buenos días, Karmelo.


Hoy, parece que la luz del sol se ha apagado y el día ha llegado cubierto de un cielo gris, plomizo, que descarga agua a intervalos, como ocurre en los poemas de tu libro “Ola de frío” que terminé de leer anoche.


Por los poemas de ese trabajo desfilan el frío, el tiempo, la lluvia, las hojas cayendo y las caídas, los pasos dados y los que quedan por dar, tus caminos y los de cronos, el otoño, los amaneceres húmedos y la noche que funde tejados con el cielo; y tus mujeres, aunque no tengo claro si son muchas o es siempre la misma.


Los poemas tienen un idioma de distancia y, al mismo tiempo, de cercanía a todo lo que te desgarra o te sumerge en una soledad apática, sin esperanzas aparentes. Da la impresión de que estés viviendo una ausencia indefinida.


En algunos versos, parece que les hagas girar a los contrarios sobre sí mismos para que el tiempo pase por ellos y por ti. Así me ha parecido leer en “No le des más vueltas”.


Me has hecho pensar en si todos caminamos, cada día de nuestra vida, como tú mismo dices al final de tu poema “Lo que eres”, “de ninguna parte a tí mismo/o al revés”.


El desconcierto de “Los olvidados” no tiene música alguna, Karmelo, y la que suena parece que no tenga solución, ni público que la escuche.


Hay varios poemas, “Un hombre solo” y otros, en los que la soledad y la desolación se escriben con mayúsculas, ocupan el mundo.


Algunas veces he pensado que vivir en las afueras podría tener su misterio y su atractivo, pero todo se derrumba con esas realidades de la intemperie que retratas en poemas como “Su alma” o en “Los mendigos”.


Dices en “Un día, hace tiempo” que hubo un día en que fuiste feliz, que lo recuerdas, pero que alguien vino para hacerlo añicos. Me pregunto, Karmelo, si son los demás los que llegan o es que cobra vida el canalla triste que llevamos dentro.


Me gustaría que pasara lo que cuentas al final de tu poema “Ted Bundy..”:


“La belleza, ya se sabe, 

a veces se confunde 

con la verdad.”


Te has puesto solemne en ese final de tu poema “Segundos de eternidad”, pero tengo que reconocer que es bello:


“Una vida 

entera ahí, en una mirada 

que sólo puede durar 

unos segundos:


lo que duran a veces 

los momentos 

que la iluminan de verdad.”


Si nos hubieras hablado de la excelencia de los poemas de Luís Antonio de Villena no habríamos aprendido tanto de su persona y de sus versos como leyendo el poema que le dedicas a él y a las madres.


Y, para terminar, ¿cómo no iba a quedarme clavado ante el título de ese poema “Que la vida iba en serio”? Jaime, eterno Jaime para nosotros, sus lectores.


Gracias, Karmelo, por estos poemas que respiran vida, la tuya y la nuestra.


Pamplona, octubre de 2021.

Isidoro Parra.

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