CARTA ABIERTA Nº 9 A KARMELO C. IRIBARREN.

Buenas tardes, Karmelo,


Esta mañana, paseando por la orilla del rio Arga, que acaricia los pies de mi ciudad, he leído tu poemario “Las luces interiores”.


Me ha alegrado mucho leer el primer poema, “A veces sucede”, con ese rayo de esperanza, con esa fe en la posibilidad de reconciliarse con el mundo.


“Las ciudades”, ese poema largo, pero transparente, descriptivo de lo que muchos amamos de las ciudades que habitamos y de las que visitamos. Merece la pena leerlo varias veces para reconciliarse con el entorno más próximo.


Ensanchas la sonrisa de cualquiera que haya vivido algunas de las escenas que describes en tus poemas. Por ejemplo, en “El pasado”. A mi no me ha sucedido tanto con camareros, pero sí con algunos amigos que quieren serlo más y hablan demasiado, sin pensar que te están haciendo un siete en la memoria.


Los demás, aquellos que hemos conocido de una forma u otra a lo largo de nuestra vida, son realmente un espejo en el que nos podemos ver o imaginar. Malo si no lo hacemos. Ese pensamiento me ha traído a la mente tu poema “Planes”.


¡Qué te podría decir de tus poemas en los que desgranas la lentitud de las tardes de domingos!:


“Qué hago 

mirando la lluvia, 

si no llueve.”


A pesar de tu lamento en “Así es la puta vida”, tampoco te quejes mucho, Karmelo. Lo primero porque a los demás no les gusta escuchar lamentos y lo segundo porque ser padre de familia, camarero y poeta, tampoco está nada mal.


¡Qué bien sabes retratar esos momentos cotidianos, o no tanto, que nos abordan cualquier día, inesperadamente! Pienso ahora en esos encuentros con amigos que no lo son tanto, con los esfuerzos que hacemos todos para ser correctos, todo eso que cuentas en tu poema “Te sientes raro, distinto”.


He llegado, una vez más, a uno de los poemas que hace ya varios años me impactó. Eran los momentos en que yo escribía mi libro “Enigmas”, en el que me dedico a hablar sobre puertas. Me refiero al poema “Puertas”. No me quedó más remedio que meterlo en la introducción para intentar explicar el por qué de esas historias. No creo que lo haya conseguido, una vez más.


Me ha parecido que haces un guiño a Héctor Abad Faciolince en tu poema “Un día bueno”. Lo hagas o no lo hagas, supongo que habrás leído esas páginas que contienen tanta vida.


Leyendo tu poema “Respuestas”, me he preguntado dónde busco yo eso que tu buscas viendo llover y tengo clara mi respuesta: caminando entre las hayas.


Al terminar de leer tu poema “Desperdiciada luz” he tenido que dejar de leer unos minutos y me he sumergido en un silencio respetuoso. Me ha costado volver.


Bueno, Karmelo, te voy a dejar, pero no sin decirte que este poemario me ha llegado muy adentro.


Pamplona, octubre de 2021.

Isidoro Parra.

 

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