ELOGIO DE LA EMBRIAGUEZ
ELOGIO DE LA EMBRIAGUEZ
¿Quién soy yo para quejarme de mi suerte?
¿Acaso esta tierra no ha humillado otros sueños
más altos que los míos? ¿Estas arenas
no empaparon lágrimas de más nobles desterrados?
Y ni sus nombres recordamos.
También nosotros seremos olvidados
y el sentido de nuestros versos
mil veces modificado. Dónde, cuándo
y en qué idioma será por fin reconocido
aquello que dijimos…
Pero ay de aquel cuya palabra
no permanezca, clara, a través de los cambios,
aquel cuya vida y cuya obra
no pueda contarse un día
con la frescura de los cuentos
que narran los marinos.
Escribe. Y bebe. Bajo la clara noche,
brinda por las estrellas, bebe
en la memoria nobilísima
de quienes ya, antes que tú, recorrieron
este camino. Brinda por ellos
y por el mundo que de la destrucción salvaron.
Que en el vino contemples la alta hora
en que se funden sueño y desencanto.
Acepta tu destino como el precio
de tu palabra. Escribe.
Poema de José María Álvarez,
de su poemario “Museo de cera”.
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