LA MUERTE Y EL SUICIDIO EN LA FILOSOFÍA ESTOICA.


LA MUERTE Y EL SUICIDIO EN LA FILOSOFÍA ESTOICA.

  1. INTRODUCCIÓN A LA PROBLEMÁTICA DEL TEMA Y MOTIVACIÓN.

Si el estoicismo es una actitud de serenidad ante el destino, como dice Salvador Mas en su libro “Historia de la filosofía antigua, Grecia y el helenismo”, si quien conoce y se somete al orden racional del universo puede elevarse sobre las pesadumbres de esta vida, si la confianza en esa racionalidad es la forma en la que el sabio estoico se enfrenta al destino, incluido el más adverso, la muerte, todo parece indicar que estas aserciones básicas del estoicismo, parecen conducir a pensar que vencer la incertidumbre que provoca el inevitable hecho de la muerte era un objetivo de la vida diaria.


Este pensamiento, no conducía solamente a evitar el miedo a la muerte ni tampoco a aceptar su inevitabilidad y quitarle importancia al suicidio en determinadas circunstancias; también les permitía centrar su mirada y su acción en vivir conforme a la razón y en equilibrio con la naturaleza.


Su aceptación de que venimos del no ser y volvemos al no ser les permitía aceptar que la muerte, inevitable, no es otra cosa que una parte de la vida, que no tiene la importancia trascendental que algunos les querían dar. Había que superar el temor a la muerte para centrar su atención en la vida.


Dicho esto, ¿cuales eran sus fundamentos, cuál el camino recorrido para alcanzar la ataraxia, cómo evolucionó su pensamiento sobre la muerte, cómo encajaba el suicidio en su doctrina, cómo se relaciona su actitud hacia la muerte con los conceptos de libertad y dignidad?.

 

La muerte, el suicidio, la finitud, las dudas sobre ésta última, el final de la vida, la imposibilidad de conocer el después, la no reflexión sobre la similitud del antes de ser con el dejar de ser, este conjunto de preocupaciones que atormentan al ser humano desde la antigüedad hasta nuestros días y que no parece vayan a resolverse ni diluirse en el futuro, revisten, por sí mismas, una importancia trascendente en el pensamiento de cada uno de nosotros.


Este hecho y la circunstancia de que la filosofía estoica, desde sus primeros fundamentos, parece abrir un hueco de comprensión y aceptación de todo lo relacionado con esta perturbación del alma o del pensamiento de cada individuo, despierta mi interés en analizar lo esencial de su filosofía sobre la muerte y el suicidio, así como su evolución en el tiempo en el que se enmarca la filosofía helenística.  


  1. PLANTEAMIENTO Y DESARROLLO DE LOS ARGUMENTOS MÁS IMPORTANTES.

Uno de los autores que más pensamientos y reflexiones ha generado sobre la muerte y el suicidio ha sido, sin duda, Lucio Anneo Séneca en dos obras: “De la brevedad de la vida” y las “Cartas morales a Lucilio”. En la primera de ellas, nos habla de la vida y de la muerte, de ésta como parte de aquella, de cómo podemos vivir la vida y prepararnos para la muerte. En la segunda, se prodiga con más consejos u opiniones relacionados con la forma de afrontar la muerte y en que medida valorar el suicidio.


Uno de los temas que plantea Séneca sobre la vida es su brevedad, inclinándose a decir que la vida que recibimos no es corta, sino que somos nosotros quienes la dilapidamos. 


Séneca insiste en que durante toda la vida estamos aprendiendo a vivir, pero que también debemos poner nuestra atención en aprender a morir.


A la muerte siempre se le han buscado respuestas de todo tipo. En ese escenario de preguntas sin respuestas, de dudas profundas, los estoicos plantearon la práctica de la virtud y de la excelencia, enlazando la vida con la muerte, reconociendo ésta como parte de aquella, con la intención de preparar al ser humano para afrontarla de la mejor forma posible y con la mayor serenidad.


El estoicismo no ve la muerte como un mal sino como el desarrollo natural de la propia vida. Lo importante no es su existencia sino el horror que nos pueda producir. El estoicismo nos ayuda a prepararnos a morir dignamente.


Cuando Séneca, para quitarle importancia a la muerte, se dirige a Lucilio, hace referencia a que antes de nacer, estábamos en el no ser y no sufríamos; cuando morimos, volveremos al no ser y tampoco sufriremos. Todo su pensamiento va dirigido a eliminar o reducir el pánico ante la muerte.


Por tanto, podríamos decir que para los estoicos la muerte no es una amenaza, es algo que está presente desde el nacimiento de la vida, viene con ella y nos acercamos cada día a ella, incluso desde la infancia, cuando la vida parece no hacer otra cosa que crecer. Hablar de ella, acercarnos a ella cuando gozamos de la vida es prepararse para su llegada, meditar sobre ella es meditar sobre la libertad.


El camino consiste, para los estoicos en vivir bajo la razón, vivir una vida virtuosa aceptando el orden del universo, del cual forma parte la vida y la muerte, alcanzar la serenidad y destinar todos los esfuerzos a la vida.


En relación con el suicidio, Séneca afirmaba que era el único acto genuinamente libre, aunque en su caso tuvo bastante que ver en su decisión las disposiciones del Emperador. También afirma que esta resolución hay que tomarla sin precipitación, con prudencia. De hecho, dice que el individuo “no debe huir de la vida, sino salir de ella”.


Para los estoicos, si a cualquiera de nosotros le llega el momento en que no puede vivir de acuerdo con la naturaleza, si no puede ajustar sus actos a la razón, si no puede vivir una vida virtuosa, la muerte se torna en una opción más aceptable que la vida. 


Séneca pensaba que la vida no debe conservarse por encima de todo si no se puede vivir con rectitud: “El sabio vivirá mientras deba, no mientras pueda”.


No es que los estoicos recomendaran explícitamente la muerte por mano propia, pero acorde a su forma de pensar, consideraron el suicidio como otra forma de morir, como otra forma de enfrentar algo que de todos modos no es sino un hecho propio de la existencia: la muerte. 


Su opinión era que no se debía optar por el suicidio debido al dolor, al miedo o a la cobardía. 


Me parece importante, hacer un breve recorrido acerca de la evolución de la idea del suicidio dentro del estoicismo. El pensamiento de los filósofos estoicos evoluciona con diferentes matices por diversas razones, unos conforme a su doctrina, otros conforme a su situación personal y amenazas, otros en cuanto al rango que ostentan, su posición en la sociedad y sus ambiciones políticas.


Siguiendo la obra de John M. Rist, “La Filosofía estoica”, esta práctica se ha venido considerando especialmente estoica, teniendo en cuentas que un gran número de los más famosos suicidas eran estoicos.


Según Rist, una de las razones que en el estoicismo antiguo podía justificar el suicidio era el libre albedrío.


Platón, por su parte, discute el suicidio opinando que es contrario a la ley quitarse la propia vida, porque hacerlo es arrogarse un derecho que pertenece a los dioses, aunque deja una vía abierta a los supuestos en que esté ordenado por el estado, si se está bajo la opresión de un dolor incurable o uno se enfrenta sin defensas a una vergüenza intolerable.


Si un hombre no puede vivir una vida completamente racional, dicen los cínicos, entonces el suicidio es la mejor cosa para él.


Parece ser que los cínicos practicaban el suicidio por un tipo de razones, pero no le daban gran importancia; la libertad de quitarse la propia vida no era más importante que otras libertades.


Rist cita a Diógenes Laercio cuando explica el estoicismo diciendo que ellos consideran que un hombre puede quitarse su propia vida “racionalmente” por las siguientes razones: por su país, por sus amigos o si está afectado por un dolor intolerable o una enfermedad incurable.


En el estoicismo, el hombre sabio puede cometer suicidio como salida necesaria, como un derecho útil, pero su uso es marginal, no es el centro de la conciencia del hombre; lo que hace al hombre sabio igual a los dioses es su intención moral, no el hecho de ser el árbitro de la propia muerte.


En cuanto al concepto de libertad, asociado con el suicidio, permitirlo en ciertas ocasiones es una cosa y exaltarlo es otra muy diferente. De hecho, el hombre que se mata a sí mismo ha realizado su último acto libre, si es que lo era.


Con Epicteto, hay una vuelta atrás. Su intención es enfatizar su indiferencia. En sus escritos se ocupa más de la muerte en general que de quitarse la propia vida. La razón que esgrime para no apoyar el suicidio de forma clara es que dios no lo desea.


El hombre libre, para Epicteto, no se preocupa de su destino físico. La distancia con Séneca es inmensa. Para Epicteto el suicidio sólo se vuelve permisible en casos de “sufrimiento físico, cuando éste es absolutamente extremo”.


Marco Aurelio sigue el antiguo punto de vista cínico de que si un hombre no puede vivir razonablemente ha de quitarse la vida; ha quedado desconectado de la Razón, pero si se realiza, ha de hacerse en la forma apropiada.



3) CRÍTICAS Y ENFOQUES DE OTRAS ESCUELAS HELENÍSTICAS.


Podríamos resumir el enfoque de los estoicos, diciendo que para ellos la muerte es parte de la vida, del orden racional del universo, que venimos del no ser y vamos al no ser, siendo lo esencial, vencer el miedo a la muerte mediante la serenidad alcanzada viviendo una vida virtuosa. En cuanto al suicidio, es una forma más de afrontar la muerte, cuando la vida no puede vivirse de forma virtuosa, pero tampoco es la única opción.


Salvador Mas, en su libro “Sabios y necios”, habla sobre la muerte para los epicúreos. Cita a Epicuro en relación a este tema, haciendo referencia al contenido de la Epístola a Meneceo, cuando dice que hay que acostumbrarse a pensar en la poca importancia de la muerte, ya que ésta nada es para los epicúreos, pues “mientras nosotros somos, la muerte no está presente, y, cuando la muerte se presenta entonces no existimos.”


De este modo, el filósofo argumenta que es necesario que el hombre se aleje del dolor por medio del placer y así conseguir la felicidad y la plenitud de la vida, y que igualmente debe evitar el temor a la muerte, ya que éste implicaría la pérdida del placer y la inclemente disminución de opciones para obtener la vida feliz.


En cuanto a los escépticos, no es posible encontrar en los escritos de su pensamiento que nos han llegado ninguna proposición con contenido sobre la muerte o el suicidio, salvo algunas consideraciones acerca de la generación y la corrupción que Sexto Empírico incluye en sus “Esbozos pirrónicos”, que no nos permiten aplicarlas a una crítica al pensamiento epicúreo o estoico sobre este tema.


4) CONCLUSIONES Y VALORACIÓN PERSONAL.


Para el pensamiento estoico, una de sus metas era eliminar el miedo a la muerte, el pánico que podía producir pensar en ella, pero lo hacían porque ese pánico podía bloquear el pensamiento y la actividad del hombre, alejándolo de la vida virtuosa, haciéndole perder la serenidad e impidiéndole vivir conforme a la razón y al equilibrio del universo.


Por eso, aceptar la muerte como parte de la vida, entender que venimos del no ser y vamos al no ser, estados en los que podemos sufrir, proporcionaba la serenidad necesaria para dedicar la atención y todos los esfuerzos a vivir el presente de una manera virtuosa.


Cuando esto no era posible, es cuando entraba en consideración la opción del suicidio, pero no de cualquier formas, solamente en determinados casos ya previstos y haciéndolo de forma prudente, no como una huida, sino como una salida más de la vida.


Para ellos, no existe el concepto de suicidio como el acto definitivo de libertad. El acto mismo, como todos los otros actos del mundo estoico, no es importante, lo que importa es la intención. La intención ha de ser racional.


Marco Aurelio, el filósofo emperador, murió apaciblemente, pero igualmente consideró el suicido como una alternativa posible: "Si no se te deja vivir en libertad, abandona esta vida", escribió en sus Meditaciones.


"El sabio salva su vida al perderla", escribió Epicteto, una sentencia que, tomada literalmente, hace ver el suicidio de Catón y de Séneca como actos coherentes con su propia vida y el curso que dieron a ésta una vez que decidieron vivir bajo los principios estoicos. 


Desde mi punto de vista, en cualquier caso, puedas llegar a aceptar la muerte como parte esencial de tu vida, consigas armarte para afrontarla dignamente u optes, en determinados casos, por buscar otra salida, lo decisivo es la importancia que el hecho de la muerte tenía para aquellos pensadores y lo sigue teniendo en nuestros días. 


En este sentido, cualquier doctrina que te ayude a pensar en ello, a minimizar el impacto de su inevitabilidad, es un apoyo para vivir la vida con mayor serenidad.  



Isidoro Parra Macua.


Fuentes:

Historia de la filosofía antigua. Grecia y el helenismo. (Salvador Mas Torres)

Sabios y necios (Salvador Mas Torres)

La filosofía estoica (J.M. Rist).

De la brevedad de la vida (Lucio Anneo Séneca)

Epístolas morales a Lucilio (Séneca). Epístolas XXIV, XXVI, XXX, LIV, LXX, LXXVII

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