RINCÓN DE LECTURAS XXXIII. MADAME BOVARY.


MADAME BOVARY, de Gustave Flaubert.


Se dice de esta novela que es la cumbre del realismo literario del siglo XIX. Su fama, la ha hecho llegar a nuestros días como una obra de lectura obligatoria.


Creo que, realmente, es una historia que hay que leer, aunque sea para poder rebatir esa frase de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Si la única salida que le quedaba a una mujer que le costaba encontrar el amor de su vida era el suicidio, pocos pensarán que ese tiempo era mejor.


Hablando del tiempo en el que transcurre la historia de la novela, sus convenciones, su forma de vida, los prejuicios y las limitaciones están bien retratadas por Flaubert sin alargar innecesariamente el número de páginas.


Emma está dibujada con mucha precisión, sus dudas parecen reales; su insatisfacción justificada; sus objetivos, legítimos. Se presenta como una mujer valiente que para “vivir”, pone en riesgo todo el mundo de seguridad que se había creado a su alrededor. Puede que sea más grave su inconsciencia en la medida del dinero -una faceta de su vida que la hace más expuesta a cualquier resultado fatal- que sus devaneos amorosos.


Si tengo que poner alguna llamada de atención a los personajes, me parece que el del marido -Charles-, es el menos creíble. Demasiada estupidez, demasiada poca capacidad para percibir la realidad. Su debilidad hace más justificable la actitud de Emma.


Boulanger, el donjuan, no alcanza el nivel lírico que, en mi opinión, tienen otros galanes de la literatura amorosa.


Ha sido una buena experiencia, recordar lo ya leído, traer a mi yo de ahora esas actitudes y formas de vida.


Nunca debería pagarse tan alto precio por buscar el amor o dar cumplimiento a los deseos.


Pamplona, verano de 2023.

Isidoro Parra.


 


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