CAMÍ DE CAVALLS. ETAPA 3

 CAMÍ DE CAVALLS, ABRIL DE 2023.


DÍA 3: 19.04.2023, DE ARENAL DE SON SAURA A PLAYA DE CAVALLERÍA.


Hoy hemos reducido el equipo a dos, Txelo y yo. Santi tenía algún asunto personal que resolver y no nos ha podido acompañar.


Iniciamos el camino en el Arenal de Son Saura, un enclave que ya nos es familiar, y disfrutamos del primer tramo que discurre entre bosques de coníferas. Son caminos anchos encajados entre tramos de pared seca y arbustos de diferentes tipos. El día es espléndido y nos sentimos descansados.


La suavidad del camino y del ambiente nos ayuda a recorrer con placer estos primeros kilómetros de la etapa de hoy. Vamos charlando mientras nos cruzamos con otros caminantes, algunos con apariencia de estar haciendo un trayecto corto y otros con el aspecto de estar recorriendo el Camí en el mismo sentido que nosotros o en dirección contraria.


El camino, sin subidas ni bajadas fuertes, nos ayuda a llevar un ritmo animado. Los pinos, sólo vestidos en su parte alta, dejan circular el aire y mantienen una temperatura fresca. 



La vegetación es claramente mediterránea. Entre pinos y arbustos menores, destaca la aristocracia de los madroños que se distinguen del resto por el color de sus hojas y por los frutos que atraen la atención como luces rojas y amarillas entre el verde brillante de las ramas.


El paisaje que atravesamos se compone de tres capas.


La que viene de las entrañas de la tierra, el suelo rojo de grano suave, algo apelmazado, adecuado para caminar. Su color fuerte, sólido, hace que la frontera entre él y la vegetación de los lados quede más marcada. Es una lengua parda que va en busca o quiere escaparse del abrazo de las flores.


La segunda, el sotobosque bajo compuesto de diferentes arbustos, de los que surgen, como guardianes del bosque, los pinos que se yerguen elevados sobre el nivel en el que nos movemos y que, desde el suelo, se sienten como los vigilantes del horizonte que nos avisarán de cualquier peligro que nos aceche.


El tercero, el cielo azul salteado por la huella de troncos y copas verdes y ligeras, atravesando con su luz la ligera enramada.


Las tres forman una armonía que se sostiene en la levedad, en la ligereza inapropiable, para crear este ambiente por el que discurrimos en paz.



En la vegetación que bordea el camino destacan flores de diferentes colores. Algunas de ellas, parecen ser familia de las orquídeas silvestres que también puedo encontrar en las orillas de los caminos de mi valle de Allín.


Estos caminos de tierra adentro, recuerdan algo a otros que me vienen a la memoria de otras rutas: tierra, vegetación y cielo, una trilogía que acompaña el caminar y el pensamiento. 



De este primer tramo que nos ha alejado de la sensación de insularidad, pasamos a espacios más abiertos, caminos en los que el acompañamiento vegetal de los bordes ha sido sustituido por paredes secas, de nueva construcción, piedras de colores ocres, vivos, cortados por magníficas puertas dobles que semejan gacelas guardianas de las fincas que limitan.


En algunas de esas paredes, observamos huecos y escaleras que permiten acceder y pasar los muros de un lado a otro.


Estamos en la zona de Las Salinas, un espacio amable que parece habitado, pero con distancia entre unos y otros habitantes.


Cuando en un territorio se mantienen señas de identidad tan singulares, algo tendrá que ver todo ello con el apego de sus hombres y mujeres a unas tradiciones que han marcado sus vidas, a unas necesidades que han podido satisfacer durante siglos. Carácter, identidad de ser.

 


Tampoco es menor la identidad de algunos árboles inclinados por la Tramontana, como ese que vemos a unos metros tras esas puertas doble. Parece una obra de arte levantada a la resistencia.

 

La pared seca menorquina es uno de los elementos que configuran una de las imágenes de la isla. Está hecha únicamente con piedras y rocas de las zonas próximas, sin ningún tipo de argamasa que las mantenga unidas.


Se dice que cumplen cuatro objetivos: delimitan terrenos y caminos; sirven para proteger los cultivos de la Tramontana; su construcción ayuda a eliminar las piedras de los campos circundantes y permiten el pasto del ganado de forma rotacional.


Su construcción es algo más complicada de lo que puede parecer a simple vista y requiere la aplicación de técnicas específicas.


Según el portal de cartografía del Consell Insular de Menorca, hay más de once mil kilómetros de “paret seca” en la isla y, como no podía ser menos, existe un mapa de los trazados de esta singularidad por Menorca.


Al final de este tramo, salimos a la carretera que va a Fornells y tenemos por delante algo más de tres kilómetros de asfalto peligroso. El hecho de que no haya espacio para arcenes, hace que tengamos que caminar con cuidado y deteniéndonos ante la llegada de vehículos.


Así discurre el camino hasta que desembocamos en Cala Tirana. 


Además, no hay apenas señales del trazado del Camí y, en algún momento se nos pasa por la mente si nos habremos equivocado. Si así fuera, tendría el doble inconveniente de acumular más cansancio y, sobre todo, tener que desandar un tramo tan áspero como éste.


Apenas nos da tiempo a hablar, el viento, el paso de los coches y las ganas de superar esta parte, nos invitan a caminar rápido.


Somos conscientes también, que el trazado del Camí, en algunos casos -como éste-, te aleja de las zonas más bonitas, de la costa en este caso. Soy consciente de que mantener una recorrido que no se aleje del mar sería muy costoso y, en algunos puntos, imposible, pero el hecho de pensar que estamos dando la vuelta a una isla, nos lleva a escenarios de agua, arena y olas, a olor a salitre y no a asfalto.



Ya en Cala Tirant, tras descansar unos minutos y echar un plátano al cuerpo, bordeamos la playa, casi desierta en este tiempo y tomamos, al final de su arco, el camino que bordea la costa, recorriendo calas más solitarias todavía -la de Macar Gran-, menos accesibles y alejadas de las rutas mas turísticas.


Vamos avanzando, pero el camino va pesando. 



Aunque no es comparable a lo que ocurre en otros caminos, nos vamos encontrando con otros caminantes. Al no existir una dirección única, las personas solitarias, en pareja o grupo, que nos vamos encontrando tienen, como ya he dicho, diferentes planteamientos: unos van al Este y otros hacia el Oeste, unos tienen planteamiento de paseo de día, otros de medio recorrido y otros de largo, unos lo hacen con sentido solamente deportivo y otros con afán de conocimiento de la rica flora de la isla. No hay un origen común: la internacionalidad del camino es patente.


En un momento del recorrido, desembocamos en una cala pequeñísima, toda de piedra y rocas. En una reducida meseta de roca, han levantado una pérgola rústica, de madera, que da una sombra apetecible para darse un baño y descansar.


Pero el camino nos llama y queremos finalizar. Nos volvemos a adentrar en el interior y el camino se torna más seco, más áspero. El sonido de las piedras, al pisar y moverlas, nos habla de una cierta dureza. Falta agua en la tierra y se nota.


Cada cierto tramo del camino, nos espera una puerta gacela. En algunos casos, nos abre paso a alguna finca particular, en otros nos vuelca sobre otro tramo de camino, pero siempre son bien recibidas, nos permiten un cambio de ritmo, unos segundos de descanso.

  


Llegamos a las ruinas romanas de Sinistra y recorremos algún kilómetro por carretera, hasta llegar al aparcamiento de la playa de Cavallería, al que nos vienen a buscar.


Hoy hemos hecho un buen tramo y tengo que decir que me sorprende la capacidad de Txelo para aguantar tanto kilómetro, tanta subida y un suelo no siempre cómodo.


Entre los mensajes recibidos de amigos, en respuesta a las fotografías enviadas, hay uno de una amiga (PS) que dice: “Yo soy la puerta. Juan 10, 1-10”. Profundo para pensar, se sea o no creyente.



RESUMEN:

Pasos dados en la etapa: 21.603. Acumulados: 61.725.

Pisos subidos: 23. Acumulados: 255.

Kilómetros recorridos: 15,6. Acumulados 44,5.





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