ENIGMAS. LA RESISTENCIA DEL MISTERIO.

LA RESISTENCIA DEL MISTERIO 



No se entra en la verdad sin haber pasado a través de la propia destrucción, sin haber permanecido mucho tiempo en un estado de extrema y total humillación.

Simone Weil: Más allá del derecho y de la persona


Acuarela: José Zamarbide



Estamos en Bhubaneswar, capital del estado federal de Orissa, en India. El calendario nos indica que estamos en 2018.


Escribir sobre estas puertas y leer a Simone Weil, como compañera de reflexiones, va camino de convertirse en una alianza de la que soy el principal beneficiario.


Esta puerta de un pequeño templo, en los alrededores del santuario de Mukteshwara, me trae el eco de las palabras que contienen el pensamiento de Simone: verdad, tiempo, destrucción, permanencia, humillación.


No son sensaciones vividas en mi piel y en mi propio corazón, pero son mensajes que me llegan desde cada piedra roja de este templo, desde el moho que se va apoderando de sus superficies talladas, desde la sal que transpira por esas paredes.


Esta puerta tiene que llevar a una verdad, no puede ser solo un resto de belleza tan habitual en esta geografía húmeda de la India.


No tiene por qué ser una verdad absoluta; basta con que lo sea para los millones de peregrinos que visitan cada año este recinto con más de mil templos.


No es menos cierto que el tiempo, atravesando siglos como una lenta saeta, ha respetado estas creencias, las ha alimentado y mantenido vivas.


La palabra destrucción me llega si pienso según mis esquemas occidentales, según mi forma de ver esta espiritualidad, reforzando mi resistencia a abrir mi mente para entender otras historias, otras sensibilidades y otras vidas.


¿Y humillación, dónde? Para mis ojos, el hambre de muchas personas en estas calles y la suciedad que se agolpa alrededor de esas personas, me acercan esa palabra a mi mente. Lo más importante, como en muchos casos, es lo que no se ve: las diferencias entre la casta alta que se permite levantar altares como si fueran una falla destinada a perecer y los que mendigan la piel que recubre sus huesos.


Tampoco me resulta fácil comprender el ciclo de las reencarnaciones y el sentido de las castas, el peso que una creencia puede tener para impedir un desarrollo más igualitario entre hombre y mujer, entre ciudadanos de una misma tierra.


Aun así, atrapado por una marea de ignorancia, admiro el misterio de estas puertas que conducen al devoto a ese interior en penumbra.


Creo que estas gentes han pasado por todo, por la humillación de generaciones y por el hambre de cada día. Creo que han permanecido anclados en estos suelos rojizos, en esta tierra de grandes ríos y vegetación invasiva. Creo que encuentran fuerza para resistir el paso del tiempo en estos muros, en la ofrenda de sus vidas a ese misterio que buscan y encuentran tras estas puertas.


Yo contemplo la puerta, la sombra que anuncia y me quedo mudo, en la actitud de respeto que me inspira cada hombre y cada mujer de esta tierra.


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