LA VISITA

 LA VISITA


El invitado parlanchín se ha ido 

y estamos sentados en el patio 

sin decir nada. La esbelta luna 

aparece por encima del establo.


El aire está húmedo y denso 

con el perfume de la madreselva…

Hemos contado la última anécdota ingeniosa 

y ha sido acogida con risas.


Mi yo dormido cumplió con 

sus obligaciones, pero ahora soy consciente 

del silencio, y de tu cariño, 

y de la delicada tristeza del crepúsculo.




Poema de Jane Kenyon, 

de su poemario “La barca de las horas tranquilas”.


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