ATRAPADA

ATRAPADA 



Nada destruye tanto lo que amamos

como su posesión. Nada perece

sino nosotros mismos.

Francisco Castaño: Música cautiva (Breve esplendor de mal distinta lumbre)


Acuarela: José  Zamarbide



Esta mañana primaveral de 2020 he recorrido las escasas calles de Amillano y he pasado junto a esta puerta a la que nunca hago mucho caso, pero que no olvido.  


Parece una figura inmóvil, atrapada entre el suelo y el cemento que la envuelve como si fuera una capa que la oculta para pasar inadvertida.


De hecho, no da la sensación de que se utilice con frecuencia. Las pequeñas plantas que crecen a sus pies, desde el pavimento, dan testimonio de años de olvido.


A pesar de ello, esta puerta tiene su mirada, su mensaje de diferentes materiales, de colores, de formas y tamaño.


La madera ya gastada de las dos partes de su hoja gris plata que, a pesar de las manchas que la asedian, me lanza su llamada como un faro antiguo de luz tenue, queriendo decirme que todavía le quedan matices para enamorar.


Sus líneas horizontales de clavos negros parecen un ejército en guardia, protegiendo el mapa sobre el que están clavados, especialmente en el portillo.


Al pie, la chapa metálica pintada de negro, que protege la madera de las aguas y de la entrada de pequeños roedores, transmite su mensaje de fortaleza.


Sus herrajes, ya inutilizados, son la huella de recuerdos perdidos.


No me olvido de esa mancha de cemento que la rodea, envolviéndola como si fuera una dama en espera.


Esta puerta parece más preparada para escapar que para recibir. Parece la salida trasera por la que se sacaba la basura, por la que huían los prisioneros, por la que las damas enamoradas salían de la casa para encontrarse con el amado.


Hoy parece una puerta momia, algo ya olvidado, sólo útil para agitar la imaginación de las marmotas.


A pesar de ello, suspira su propio aire, respira su color. Acosada por el olvido y la falta de uso, se resiste a perderse en la lenta sucesión de los días.


Yo la miro de frente y de soslayo, hay días que la quiero y otros que no tanto, pero nunca se me va de la mente para siempre. 


Creo que su fuerza está en su silencio, en su inmovilidad que contempla nuestras idas y venidas en esta carrera loca por seguir viviendo, en esta ansia por dejar algo de nosotros mismos para que alguien, en la próxima generación, viva un instante nuestro recuerdo. 


Creo que esta puerta tiene mensajes que calla, me provoca a seguir haciéndome preguntas. Sólo le pido que me ayude a encontrar alguna respuesta.


Creo que la destrucción final de esta puerta vendrá dada por su posesión. La miro y creo que volaría mejor si fuera libre, aunque pereciéramos nosotros.

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