ENIGMAS. LA ELEGANCIA DEL BLANCO

LA ELEGANCIA DEL BLANCO 





Quizá la juventud no es más que este

perenne amor a los sentidos y nunca arrepentirse.

Sandro Penna: Cruz y delicia


Acuarela: José Zamarbide



Esta puerta no sería tan bella sin la pared blanca que la envuelve. Sin ella, solo sería una boca para absorber la sombra. Sus hojas la dejan huérfana y la madera brillante, barnizada hasta el poro más escondido, no luce trabajos especiales sobre ella.


Estamos en la Hacienda La Mirage, en Ecuador y en 1993.


Este recinto es un paraíso en la sierra andina, muy cerca de la laguna volcánica de Quilotoa, necesaria parada en estas latitudes.


Estas haciendas coloniales tienen todas ellas multitud de estancias y una capilla, en algunos casos adosada a la vivienda principal y, en otras, algo apartada, como en este caso.


El conjunto está reconstruido para el turismo caro, con un buen restaurante y un jardín espléndido.


En medio de todo ello, esta capilla con los muros encalados, desde la que podemos escuchar el leve ruido del agua al deslizarse por esta fuente, me recuerda a un oratorio conventual.


La sencillez invita al silencio, al recogimiento solitario.


Tiene las hojas de la puerta abiertas, recostadas sobre los muros blancos.


Toda su entrada permanece abierta, sin barrera alguna.


La imagen me transmite sentimientos religiosos, ajenos al ejercicio del poder.


El aspecto exterior de la iglesia, la elegancia del conjunto me siguen hablando de belleza, pero no de la del espíritu.


Eramos jóvenes, sobre todo visto desde hoy, y el asombro que nos provocaba la elegancia bastaba para llenar muchos momentos.


A pesar del paso del tiempo, sigo sintiendo lo mismo cuando veo esta imagen. El espíritu sigue quedando lejos pero los recuerdos y la belleza lo siguen llenando todo.


Reflexiono y pienso que el paso del tiempo ha mantenido vivo mi perenne amor a los sentidos y nunca me he arrepentido. Gracias Sandro, por recordármelo con esas palabras tan precisas, las justas, pero suficientes.


Aquellos días en Ecuador, fueron el inicio de una inagotable sed por los viajes, por la búsqueda de las vivencias que creaban recuerdos profundos con aquellos a los que queremos.


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