ENIGMAS. LA HERIDA EN EL TIEMPO.

LA HERIDA EN EL TIEMPO




Llévate el odio.

Me quedaré con el amor.

Luce de Perón: Poesía


Acuarela: José Zamarbide



Ecuador, 2009. Estamos disfrutando de un día mágico en la Hacienda de San Agustín del Gallo.


Nos ha costado llegar hasta este rincón del paraíso por caminos polvorientos, acompañados a izquierda y derecha por campos roturados y altos eucaliptos, pero el lugar lo merecía.


Sus estancias guardan sorpresas para el asombro: grandes chimeneas sobre paredes decoradas con colores fuertes y motivos florales, ventanas abiertas para contemplar expresa y directamente el Cotopaxi, comedores sobrios, antiguas mesas nobles abandonadas en galpones para deleite de los sentidos, jardines llenos de diferentes especies vegetales.


No me sorprende que las llamas campen a sus anchas por los patios de esta hacienda. Supongo que las alimentan y las cuidan, aunque también podrían tener un motivo más ancestral, más espiritual. No es lógico, pero pienso que estos animales son los guardianes de una gran historia acumulada entre estos muros.


Por estas tierras discurría el antiguo camino del inca. Numerosos restos de piedras cortadas con perfección lo atestiguan.


Entre esos restos se conserva, en perfecto estado, este edificio cuyos muros tienen más de cuatro siglos.


No conozco el uso que pudo tener en su día; hoy es la capilla de esta hacienda.


Estas gruesas paredes protegen las sombras silenciosas del interior. No quiero imaginar ni juzgar si los cambios introducidos recientemente en este recinto son adecuados o faltos de respeto con los orígenes y antiguos usos de este lugar. Prefiero ver la parte positiva de lo que queda.


Creo que los destinos inicial y actual del edificio están unidos por el tiempo y el respeto. El valor de la historia que dejó el paso de los incas y el uso actual de estos muros y su contenido, respiran al mismo ritmo y parecen entenderse.


Hoy, tras esa herida oscura en los muros, por la que accedo al interior, el aroma de las flores y el silencio habitan un espacio en el que conviven diferentes historias. 


El tejado no les hace justicia a esos muros originales, es cierto, pero el sol y las aguas caídas a lo largo de los años, han uniformado los colores de todas las superficies. Las diferencias han acortado distancias y hoy puedo verlo como un todo.


Entro con dudas y salgo con paz y nuevas dudas, renovando mis preguntas sin recibir respuesta a las anteriores. No puede ser de otra forma, con tantas y diferentes historias acumuladas en estas piedras.


Tomando las palabras de Luce, me atrevo a decirle al tiempo que se lleve el odio, y hoy, apoyado en estos muros, me quedo con el amor.


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