ENIGMAS. COLOR, REJAS, MUJER.

COLOR, REJAS, MUJER

 




Detrás de cada uno

vela su casa, el campo, la distancia.

Jaime Gil de Biedma: Amistad a lo largo (Ayer)


Acuarela: José Zamarbide


Calcuta tiene el color de la vida imparable, de la historia que no cesa.


Esta puerta de rejas ligeras, que no es bastante para ocultar de miradas aviesas la existencia que bulle tras ella, insinúa mucho de lo que quiere proteger.


La inusual limpieza que vemos en la acera que la antecede, tiene su coherencia con la apacible vida que se aprecia en el callejón, tras la forja.


Esas mujeres, en sus tareas cotidianas, ponen su elegancia natural al servicio de su entorno para ensalzar el espacio en que habitan.


¿Qué paisaje nos quedaría de la India si las mujeres no llenaran de color y sutileza el aire de las calles?


En este patio ligero, rodeado de muros grises castigados por la lluvia, han pintado de verde las casas en las que viven. Las han teñido del color de la pulpa del  aguacate, para distinguirlo del más oscuro de la vegetación que parece querer engullir cuanto nace a su lado. 


En medio de este aire húmedo, pesado, combatir esa avalancha vegetal es una tarea constante si se quiere preservar el espacio doméstico.


No faltan los tonos alegres en los dibujos en la fachada; dibujos infantiles, a camino entre la broma y el grafiti, porque la India es acumulación abigarrada de colores y de mensajes inexplicables.


Esta no es una puerta sólida, ni elegante, ni cerrada, ni abierta ni entreabierta;  deja pasar la lluvia, los vientos, los mosquitos, las voces, las oraciones, los lamentos, las risas, los llantos, las miradas.


La verticalidad de su forja identifica la fragilidad de unas mujeres que apenas son nada para esa sociedad antigua, profundamente religiosa y dura, patriarcal.


Calcuta está atrapada por la humedad de los trópicos y colonizada por sus frutas maduras. Su olor y el sabor dulce de su humedad me acompañará durante muchos años.


También me llevaré en mi retina el color oscuro de los ojos de sus gentes, más oscuro que el negro del hierro que articula esta puerta: los siento como una negra tormenta que se posa sobre mí y me interroga: ¿a qué has venido?, ¿qué te llevas?


Si las palabras de Gil de Biedma siempre me llenan de un sentimiento de lejanía, no es menor la que me genera esta cultura. Con algo de tristeza, posible fruto de la ignorancia, pienso que detrás de cada una de estas mujeres vela también su casa, el campo siempre infinito y la distancia, siempre la distancia. 




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