ENIGMAS. LA PUERTA QUE ME PREGUNTA.

LA PUERTA QUE ME PREGUNTA

 



Estoy muy lejos

de muchas cosas ya, cerca de todo.

Juan A. González Iglesias: Primera noche de verano (Jardín Gulbenkian)


Acuarela: José Zamarbide


Bhutan, año 2018: acabamos de cruzar el puente cubierto de madera que llaman Puna Mocchu Bazam y hemos pisado las primeras losas de este centro administrativo y religioso que es el Punakha Dzong, asentado entre los ríos Mo Chu (madre) y Po Chu (padre).


Este conjunto lleva también el nombre de Palacio de la felicidad: su construcción fue profetizada por el Gurú Rimpoché, fundador del Nido del Tigre; aquí fue investido el primer rey de Bhután y se guardan tesoros y restos sagrados; se practicaron momificaciones y, también aquí, se sitúa la sede de la comunidad de monjes budistas más significativa e influyente de Bhután.


Se dice que es el dzong más hermoso del país. Su interior, profusamente decorado, contiene estancias reales y sala de coronaciones. Las maderas están cubiertas con pinturas tántricas de colores vivos que representan motivos budistas. En ellas está representada también la reina de las serpientes.


Tras pasar el puente de acceso y detenerme a escuchar los mensajes que el caudal del Mo Chu me ha transmitido, me quedo en silencio contemplando el acceso a este edificio administrativo, el primero con el que nos topamos.


Parece que la defensa de sus edificios se basaba en la altura y el aislamiento, algo parecido a lo que nos pasa estos días, en 2020, cuando repaso estas líneas y estos recuerdos, aislados en nuestras casas por este desconocido corona virus. Nosotros tenemos una desventaja con respecto a las autoridades y monjes butaneses: no tenemos esas escaleras levadizas para izarlas cuando llegan los invasores.


La posición de la puerta, lejana, en lo alto de esta combinación de escaleras, garantiza el aislamiento de sus moradores y me hace pensar dos veces si acometo la cansada subida y el vértigo del descenso.


Ante estas formas tan diferentes, me cuadran los versos de González Iglesias: Me siento lejos de todo, de mis paisajes queridos, de los rostros amigos, de mis años de infancia y juventud, de mis primeros pensamientos y propósitos. He pasado por muchas situaciones, me han desazonado muchos sentimientos y he traicionado otras muchas ilusiones ajenas. 


Tal vez por eso, también me siento cerca de todo. Hoy, puedo entender la diferencia, puedo respetarla y hasta intentar amarla.


Puedo quedarme prisionero de mi mirada en estos parajes diferentes, de la misma forma que puedo volver a iluminar mi mirada cuando regreso a mi casa. Puedo acomodar mis días y mi mirada a cualquier territorio, poblado o desierto.


Después de haber visitado Bhután, un país tan lejano y entrañable, agradezco mi vida y sus momentos, lo correcto y lo no tanto, lo que soy y lo que son los demás, porque la vida no está llena del aislamiento que reflejan estas escaleras y esta puerta, pero hasta ellas tienen su causa y yo comparto su existencia junto a la mía.


La vida es una escalera y una puerta lejana, que exige su esfuerzo en la subida y produce vértigo cuando se llega a la cima.


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