EJERCICIO DE TALLER X. SOBRE LOS ANIMALES.


SOBRE LOS ANIMALES


Siento decir que este tema me deja en blanco, no me abre camino alguno que me lleve a que una palabra acertada tome posesión de la hoja en blanco.


No soy animalista y respeto a los animales sin pretender estrechar mis relaciones con ninguno de ellos.


Si miro a los perros -el animal más frecuente entre los llamados de compañía-, recuerdo mi desolación, mis gritos y mi llanto, cuando uno de mi vecino, en el pueblo, se quedó colgado con sus dientes de las corvas de mi rodilla. Recuerdo aquel otro que, con sus uñas, se quedó clavado en mi recién estrenado maletín de piel, mientras su dueña no acaba de explicarse qué le pasaba a su perro, qué inquietud vital le embargaba. Por supuesto, a mí no me hizo ni caso. También recuerdo aquél otro perro, grande, que seguramente queriendo jugar, arrolló a mis hijos, pequeños entonces, en el césped de la Vuelta del Castillo, dándoles un susto de muerte y haciendo brotar sus gritos y lágrimas, mientras yo me esforzaba en apartarlo de ellos, y su dueño se encaraba conmigo por maltratar a su vástago.


También recuerdo de ellos su derecho inalienable a orinar y defecar en cualquier sitio, a años luz de los derechos de cualquier anciano necesitado.


Como veis, mi visión de esta especie no desprende mucho amor.


Si miro a los insectos y otros bichos, qué diría de las avispas que te acechan cuando estás leyendo un libro o de las cucarachas que te invitan a pisarlas y provocan que el crujir de su caparazón, al ser pisadas, se te quede atravesado en la garganta sin acabar de digerirlo; o de las hormigas que ascienden por tus piernas en mitad de la siesta en el jardín.


Pienso y pienso en qué especie salvaría de un próximo diluvio universal y solamente dejo una ventana semi abierta a los pájaros.


No tengo claro si la elección tiene que ver con la distancia que se interpone entre ellos y yo o en su presencia obstinada en la poesía.


Creo que el hecho de que caminen poco y yo no vuele nada favorece el hacer más ligera la relación, de hecho, más inexistente.


Por otra parte, hay pasajes en la literatura poética que te hacen ver su influencia, positiva desde luego, en la imaginación y el saber hacer de muchos poetas que han hecho de ellos un camino a seguir que les lleva a expresar sus sentimientos.


Como prueba de ello, algunos ejemplos.


Iñaki Desormais publicó un libro de poemas bajo el título “Pájaro de ojos ciegos” y nos habla de  “pájaros enamorados del destello de la aurora” y aunque, como dice en otro poema, “el corazón no sueña reencarnarse en otras frutas o en pájaros”, pienso que también estaría de acuerdo en dejarle una ventana abierta a cualquier aleteo herido.


Me gustaría despedirme de vosotros con otro poema sencillo de Javier Aguirre Gandarias, “Un pequeño pájaro”, incluido en su libro “Era de día”.


“Ha venido 

un pequeño pájaro 

junto a la ventana 

y tras lanzar algunos trinos, 

quizás para alegrarme, 

me ha hablado 

acerca de la felicidad, 

lo que decía era justo, 

razonaba, 

el cielo era azul 

y limpio el aire, 

le he dicho que se quedara.”


Creo que queda claro que los animales, como dicen en Venezuela, no me provocan.


Pamplona, abril de 2021.

Isidoro Parra.








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