CARTA ABIERTA Nº 7 A FERMIN HERRERO.


Buenas tardes, Fermín.


A lo largo de la tarde de ayer y de esta mañana, he leído tu libro “Endechas del consuelo”, poemario publicado en 2006 que fue premio Fray Luís de León de poesía.


No soy crítico literario, ni bueno ni malo, simplemente no lo soy, pero cada libro de poesía me deja una impresión y si, además, es uno más de un autor al que sigo, me deja también el aroma de una trayectoria, de un caminar por el blanco de la página, de una elección de palabras, de formas y sentimientos, de diferentes momentos de una vida.


Este poemario rebosa seguridad, te atreves a dar consejos, a marcar caminos y límites, a seguir caminando aunque caiga la noche.


En lo pobre, en el invierno dices del camino a recorrer desde la negación. Yo creo que en invierno todo duerme con más tranquilidad, con menos inquietud. Es un tránsito en el que la espera tiene todo el sentido.


Hasta ahora, ha sido cierto que tras cada caída se ha producido una alzada, como tú dices, pero creo que me alzo mejor de mis propias caídas que de aquellas en las soy empujado por los que creo que me quieren.


A mí también me pasa que en octubre, con todas las señales del otoño a mi alcance, mi cuerpo se dispone no para la lucha, sino para el descanso y, en ese momento, pienso en los meses que me esperan, en ese don del que tú hablas.


“Cuando consigo estar en otro, soy” dices. Así me pasa y por eso entiendo tu poema, Fermin. Siendo cierto eso que dicen que el buey bien se lame solo, no es lo mismo. Al final, día tras día, el aire que llena la soledad te puede oprimir como una armadura pequeña.


No es malo pensar en que le debemos algo a la muerte. Tu dices que la risa y la pasión. No son malos regalos para ir pensando en ellos, para que, a su vuelta tengamos algo que agradecerle.


En el fondo somos frágiles criaturas que necesitamos, como dices, algo a lo que poder sujetarse. En caso extremo podría bastar la superficie del agua fría de una fuente. 


Leer tu poema “Mojones” me ha recordado la actitud de uno de mis hijos -los dos viven lejos- que, cuando va a venir a nuestra casa del pueblo me pide que le guarde cosas para hacer en el jardín. Dice que, de esa forma, la siente más suya. Y yo sonrío.


Supongo, Fermín, que cuando dices que te achantas a nada, estás camuflando una actitud de resistencia.


Tu endecha “Sin nada a cambio”, en la que dices que “al cabo de los cuerpos y las deudas/lo que de será cuanto obtengas” es una de las que he repasado más de una vez. Estoy de acuerdo en que no hay felicidad ni plenitud como la de dar y eso me lleva a tu final: “que por nada del mundo demandes lo que diste a fondo perdido”. Parecen consejos de filósofo gnómico.


Endecha tras endecha, verso tras verso, he recorrido esas páginas intentando desentrañar cada pensamiento, cada consejo.


Tu poesía crece, tu mundo se expande.


Gracias y hasta pronto.


Isidoro Parra.

Pamplona, noviembre de 2021.


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