VERANO XVI. Misterio.

“Total misterio a cada instante la vida.”

José Emilio Pacheco (Como la lluvia)



La vida encierra misterios que habitan cualquier rincón de nuestra ciudad, cualquier recodo, cualquier fachada o cualquier grafiti, aunque más que encerrar los guarda y, en ocasiones, los exhibe sin pudor. El problema está en que no solemos mirar y, aunque miremos, hay muchos momentos que no vemos porque nuestra mente está ocupada y nuestros ojos, aún abiertos, están cerrados.


Hoy, en mi paseo matutino, he pasado por una calle que cruzo cientos de días al año, es el camino obligado para llegar desde mi casa al paseo de las orillas del Arga.


El sitio, además, un tanto anónimo en el callejero de Pamplona, tiene connotaciones sentimentales para mí. En uno de los dos edificios que forman esa pequeña manzana, tuve mi primer apartamento en propiedad y viví de soltero y de recién casado, allí tuvimos a nuestro primer hijo y vivimos momentos históricos de nuestra historia social.


Sin que uno pueda explicárselo, uno entre cientos de días, un instinto o una llamada te lleva a levantar la mirada y ver lo que muchos otros días se te ha pasado por alto.


Hoy, me he parado de asombro y he deleitado mis sentidos ante el cuadro que el día me ofrecía: una pared nada llamativa, con años y con algún desconche, huellas del paso del tiempo; una canalera que cruza la fachada de arriba abajo, dos pequeñas ventanas enrejadas, situadas simétricamente; delante de ese fondo de escenario, un banco rojo del mobiliario urbano y, en la pared, justo encima del banco rojo, un cartel que quiere rellenar el desconche de la pared con un mensaje: “urgente”.


El conjunto me tiene atrapado y me pregunto el significado de la urgencia: no puede ser un mensaje del propietario que refuerce la necesidad de reparación, en ese caso ya lo habría hecho; si viene de ese lado, puede ser una forma de darle sentido a un desperfecto.


Me pregunto si es fruto de un inteligente aprovechamiento de un espacio que se brinda a un autor de grafitis callejeros y, si lo es, pienso en la agudeza de su mensaje.


En cualquier caso, la pared no sería lo mismo sin el desconche, ni el desconche podría interpretarse lo mismo sin el grafiti.


Todo está ahí para dar testimonio de la importancia del arte, de la belleza en las cosas cotidianas y pone de manifiesto que la sonrisa y el interés por saber surge de lo más insignificante, que el pensamiento tiene más poder que la evidencia.


Pamplona, septiembre de 2018.

Isidoro Parra.


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