VERANO XXI. Una y señora.


“La belleza en lo oscuro es más belleza.”

Mario Benedetti (Nocturno – Adioses y Bienvenidas)


Siempre buscamos el bosque porque nos da la visión de todos los árboles en cercanía, los unos más o menos cerca de los otros, porque nos da sombra en verano y porque sus sonidos y silencios son siempre una caja de nuevas sensaciones, una fuente de inspiración. Por eso, nos gusta pasear por ellos y sentirnos atrapados por su belleza.


Hoy, por el contrario, ha llamado mi atención la belleza de un árbol solitario. Así, alejado de los demás, puedo apreciar su dimensión mejor que en el bosque, su tronco, sus ramas, su naturaleza y su imagen. Y es cierto que la verdadera belleza de un árbol radica en sí mismo, no en el conjunto del bosque.


Para mí, el mejor ejemplo lo tengo siempre en las hayas centenarias que, cuando se asientan en un prado, sobre la hierba y rodeadas de aire, exponen su grandeza ante nosotros para que sepamos de sus años, de su resistencia a los buenos y malos vientos, al sol y a las nieves. Además, al menos en Urbasa, nos permite apreciar la parte baja y frondosa de sus ramas, cortada a una distancia del suelo como en el mejor jardín real para enseñarnos lo que ha cedido a los animales que han disfrutado de sus brotes tiernos hasta la altura que podían llegar.


Por eso, en el paseo de esta mañana, me detengo ante varios ejemplares de éste árbol que siento como mío, aunque nunca me pertenecerá, y contemplo un ejemplo de grandeza y belleza que me embarga, que me invita a abrazar su tronco para intentar tomar algo de su energía primitiva, que me hace admirarla y respetarla, que nunca me canso de mirar.


Estoy seguro que esta misma haya, metida en medio de un bosque, perdería su singular belleza.


¡Qué curioso!, que un mismo árbol pueda darnos tantas variantes de su belleza, que nos salga al encuentro para contarnos historias diferentes, para que desarrollemos nuestra imaginación y nuestra capacidad de percibir la grandeza de la sencillez, el poder de la naturaleza.


Además, a mí me da la paz necesaria para mirar y sonreir, para mantener esperanzas, para coger fuerzas para seguir cada día.


Gracias por estar ahí, esperando a cualquiera.


Amillano, septiembre de 2018.

Isidoro Parra.


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