INVIERNO IV. Flor de Pascua.


“Todo pasa menos la belleza.”

Manuel Álvarez (Museo de cera)



No sé si estás ahí, sobre el mantel de esa mesa de una terraza de un restaurante en la calle, porque te están abandonando a tu decrepitud o porque son conscientes de la belleza que te inunda.


Es cierto que tus hojas han perdido el rojo intenso de la flor fresca para pasar a esos rosas y amarillos que te engalanan, que tus tallos no están ya enhiestos sino doblados por la búsqueda de la luz o de la supervivencia, que tus hojas no son todas verdes ni sueltas, sino de varios colores en degradación y apretados unos sobre otros. Algunas languidecen y se van cerrando en el adiós.


A pesar de todo ello, me quedo atrapado en la delicadeza de tus líneas, en el suave color de tus flores, en la elegancia palaciega de tu volumen desmadejado.


No estás sobre una mesa de una terraza de un restaurante en Madrid, eres la terraza; solo por ti se paran los caminantes, eres el foco de atracción, el reclamo de esta mañana brillante de diciembre.


Tengo la suerte de poder elegir sentarme a tu lado en lugar de que lo hagan príncipes y nobles. Si lo hago, con toda seguridad, me olvidaré de comer porque tu belleza será suficiente compensación al tiempo y a mi mirada.


También puedo llevarte a mi casa. Seguramente bastaría con preguntar el precio de algo que ya consideran pasado y podría cuidarte, regarte, recortar lo que te hace daño, salvar lo sano… pero me temo que me apropiaría de tu belleza y la podría destruir, privando a todos tus admiradores de soñar otros tiempos, otros escenarios, otras intimidades y otros secretos.


Así es la belleza de la fragilidad, tan deslumbrante como de nadie.


Así te quiero volver a encontrar en otro momento, aunque seas diferente, enganchando mi mirada a tu momento vital, acariciando tus horas y tu color. Es igual que seas otra si me atrapas con el mismo hechizo.


Paso unos momentos contemplándote y despidiéndome, dándote las gracias por estar ahí, porque sólo tú eres capaz, en esta mañana, de abrir mis sentidos y hacerme respirar la belleza de tus hojas y la luz que generas a tu alrededor.


Pamplona, diciembre 2018

Isidoro Parra

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