INVIERNO XXVI. Gota a gota.



“Como el agua,

que, con toda claridad, es espejismo

que revela cercano lo distante.”

Álvaro Valverde (El cuarto del siroco: A modo de poética).


En ocasiones, el ingenio del artista te sorprende con la sutileza de lo sencillo, con el aprovechamiento de lo ya hecho que requiere completarse, seguir contando la historia.


Así sucede con este bañista acalorado que reposa su sombra contra la pared cargada de historia.


Esa canalera que finaliza su recorrido a pocos centímetros de la tierra, ha dejado el espacio necesario para que el hombre, sediento, se acerque y exponga su cuerpo a la caricia del agua.


Después de aliviar su calor, todavía sobran algunas gotas que caen sobre la tierra, en la que las plantas agradecen el agua sobrante.


Y así sucede todo en armonía, nadie estorba a nadie, todo se aprovecha, todo encaja como un puzzle mágico en el que el tiempo antiguo recibe el arte de los nuevos tiempos, en el que los restos que sobreviven sirven para iniciar un relato que la mano del artista completa con nuevas sombras, con gestos medidos, adecuados a la historia que cuenta la pared.


Todo ante mis ojos, que nada presentían aunque buscaban, todo como un regalo de esta mañana de sol en un final extraño de invierno en el que las lluvias se empeñan en no llegar. 


Tal vez por eso, la canalera gotea casi a cuentagotas, administrando el recurso más valioso.


En ocasiones, la belleza te sale al paso en el lugar menos esperado, a la hora menos prevista, pero siempre es oportuna, necesaria diría yo. Sí además de ser bella, la imagen te cuenta una historia, ¡qué más pedir!.


Pamplona, marzo de 2019

Isidoro Parra.






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