PRIMAVERA XIX. La fría superficie


“La belleza es una entrada para todos los espectáculos.”

Sarah Holland-Batt (Los peligros)



La sociedad moderna me ofrece nuevas imágenes que intento descifrar y entender, buscarles un significado más coherente con mis cánones de belleza o de fealdad. No puedo evitar buscar la comprensión, saber qué es lo que estoy viendo.


Entre esas imágenes, esta mañana, paseando por las modernas calles de Oslo, en el contexto de un viaje de recreo con unos amigos (digo recreo aunque para mi todo viaje es una búsqueda), se me ha dado la oportunidad de observar muchos reflejos en nuevas fachadas brillantes de nuevos edificios. Es el estilo de construcción moderno del que se está llenando una ciudad con sabores antiguos, sin que yo pueda apreciar si la nueva imagen que le va a dar tendrá raíces de alma perdurable.


Me he quedado observando algunas de ellas más que otras.


En la que tengo delante mía, observo tres niveles.


El primero, el espejo de la fachada propiamente dicho. Busco y busco y me da la sensación de que está puesto para ocultar lo que cobija, que su única función es distraer al que mira, reflejar otras realidades, nunca la suya propia. Un ejercicio de ocultación de sí mismo.


En el mismo plano, lo reflejado, lo que está fuera de él, algo que durará menos que una flor en primavera, bastará un cambio de luz para que el reflejo desaparezca. Lo percibo como una agresión que invade el espacio del otro.


Son imágenes de la superficie. Ocultan el interior de si mismos. Se superponen en una lucha por buscar la mejor presencia, el mayor engaño.


Entre esa confusión que no sé calificar si es bella o no, me quedo con lo más real, lo más cercano, esa farola que me ofrece lo que es, un soporte para darme luz, para servir de apoyo a mensajes, algo que puedo tocar sin miedo.


Reconozco que me pierdo en esta confusión que, por una parte, despierta mi atención y, por otra, me transmite desasosiego.


¿Es esta la belleza de los tiempos actuales?, ¿me están quedando matices para el recuerdo o sólo desasosiego?


¿Será que me estoy quedando en algún lugar del pasado?, ¿que ya no puedo acompañar ni entender nuevas imágenes de la belleza?


Pamplona, mayo de 2018

Isidoro Parra. 


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